
Envío
Rafael Sánchez Saus
Vance rompe moldes
Cambio de sentido
En estos días, en los que comienza a tomar forma nítida un Nuevo Desorden Mundial, me acojo en la poesía, pues soy de las que saben –ya puede Adorno decir misa cantada– que después de Auschwitz hay que escribirla y leerla más y mejor. No hacerlo después de Auschwitz, después de la invasión de Ucrania o después de la masacre en Gaza (64.260 muertos, en estimaciones de The Lancet), es el auténtico acto de barbarie. En estos días, en los que comienza a tomar forma nítida el Nuevo Desorden Mundial, me resuenan dentro intensamente los versos de Claudio Rodríguez que afirman “que estamos en derrota, nunca en doma”. Ojalá. Mas no es del todo así. En todos los órdenes, desde la política internacional a las convicciones más íntimas, hay principios elementales que comienzan a resquebrajarse ante el forzamiento y el shock que promueve Donald Trump.
Lo malo no es –no solo– ceder a los chantajes de este tratante metido a césar, sino pretender salir airoso del trance y, lo peor, comprarle el discurso para así disimular tanta extorsión. En otras palabras, prefiero a dirigentes que reconozcan ante su pueblo que no han tenido más remedio que envainársela, humillarse y aceptar las condiciones de Trump, antes que a responsables políticos que se pongan de perfil e incluso le rían la gracia. Prefiero un gobierno que reconozca que no ha tenido más remedio que ceder a las presiones (de incrementar el gasto militar, pongo por caso) a uno que, después de comulgar sin vaselina con ruedas de molino, nos quiera convencer de que la paz consiste en rearmarnos hasta los dientes y hacer de oro a quienes –a Dios rogando– fabrican mazos de matar. Siguiendo la estela unamuniana, una cosa es ser vencidos y otra que nos convenzan. Y este asunto –el de asumir lógicas ilógicas que nos persuaden de la sutil fragancia de napalm por la mañana, de lo bonito que será el mundo cuando huela a ropero cerrado y de lo libres que nos sentiremos cuando dejemos de tener derechos y libertades– es el que comienza a triunfar entre los más impresionables. Más a menudo de lo que quisiera, escucho justificar, con cobardía y falacias, las políticas de Trump y demás ultraderecha que nos cerca. Más nos vale dejar de aceptar pulpo como animal de compañía y dejar de creernos el eslogan que afirma que un millón de moscas no pueden estar equivocadas: coma mierda. Más nos vale –ay, Rodríguez, ay, Cernuda– recordarlo una misma y recordárselo a otros: en derrota, nunca en doma.
También te puede interesar
Envío
Rafael Sánchez Saus
Vance rompe moldes
Alto y claro
José Antonio Carrizosa
No busquen al padre
El lado bueno
Ana Santos
Los patinetes del infierno
Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
La victoria de Putin es Trump
Lo último