Desde la Ría
José María Segovia
La última hoja
A lo largo de los miles de años que lleva la Humanidad sobre la faz de la tierra se ha estudiado la comunicación en todos sus ámbitos. Aunque parece que lo sabemos todo, se nos olvida lo importante que puede llegar a ser conocer las claves para relacionamos, transmitir y recibir información y gestionar la maraña de hilos que a veces nos encontramos cuando nos enfrentamos a otros seres vivos, ya sean familiares, amigos o desconocidos.
Muchas de estas claves difieren si nos encontramos en un ámbito laboral, familiar o si forman parte del día a día. No te vas a comportar de igual manera cuando discutes con tu hermana que cuando estás en una reunión importante de trabajo, o si vas a comprar el pan o a pedir un crédito al banco.
Lo que hay que saber y tener muy claro es que somos altavoces andantes: nuestro cuerpo habla, nuestra ropa puede dar pistas de cómo nos sentimos, por cómo caminamos se puede saber si estamos cansados, y de la forma en que movemos las manos se pueden sacar varios perfiles psicológicos, según cuentan los expertos en la materia.
Hay personas que no respetan el espacio vital, otras que se quedan tiesas cuando les das un achuchón, muchas hablan con los brazos cruzados y algunas son incapaces de fijar la mirada cuando te cuentan que María ha dejado a su novio: miran a los lados y parece que va a llegar María en cualquier momento.
Son matices que pasamos por alto pero que dicen mucho de nosotros. ¡Es algo tan apasionante! Observar a las personas, ver cómo se mueven, cómo interactúan, cómo hablan, cómo comen y cómo ríen. No sé cómo no me di cuenta antes del problema de un jefe que tuve: su risa era inquietante, como él.
También te puedes encontrar a seres mágicos que cuando entran en acción se para el mundo, esos seres que podrías estar escuchando horas seguidas sin cansarte, personas que dominan el arte de la comunicación: una modulación de voz perfecta, sincronía en los movimientos y mucho arte para contar historias o para venderte lo que ellos quieran.
Después de leer esto no podrás dejar de observar a todo el que te rodea y te mirarás en el espejo con atención, aunque sean unas horas, hasta que se te olvide y te pongas con otra cosa.
Por lo menos recuerda no comer con la boca abierta y evita morderte las uñas si tienes gente cerca. Intenta mirar a los ojos cuando hables con otra criatura, baja el ritmo si tienes incontinencia verbal y escucha más a los que te rodean, eso que llaman escucha activa y que no es tan fácil como parece: atender con conciencia plena, de forma empática y sin estar pensando en una respuesta como réplica.
Abre los brazos más a menudo, saca pecho, sonríe y mira con cariño a todo aquel que ande con los hombros caídos y con las manos en los bolsillos, quizás tuvo una primera cita nefasta: el lenguaje no verbal de la pareja le alertó, el paraverbal le contó un cuento chino y el verbal no supo traducirlo al español.
Peter Drucker decía que “lo más importante de la comunicación es escuchar lo que no se dice”, así que ponte las pilas. ¡Feliz jueves!
También te puede interesar
Lo último