Javier Rodríguez

Dieciocho apellidos españoles

07 de julio 2024 - 03:09

El viernes la Selección Española de Fútbol masculino consiguió el pase a semifinales de la Eurocopa y, como ocurre con otros deportes, la presencia de deportistas que no atesoran “ocho apellidos españoles” tiene mucho protagonismo: de hecho, a los Yamal, Laporte, Willians o Le Normand que están participando en la competición de fútbol, este verano se sumarán apellidos como Chakir, Maayouf, Sakura, Ndiku, Oukhelfen, Weiler, Ozhogina, Sherazadishvili, Rahm, Davidovich, Xiao, Diallo, Ouahabi, Omorodion… representando a nuestro país en las olimpiadas. Los fanáticos que quieren mandar al ejército contra quienes intentan llegar a nuestras costas deben estar rabiosos, porque, por un lado, su propuesta implica que la Armada Española debiera haber ametrallado a todos ellos o sus padres cuando intentaban llegar a la costa o, al menos, “devolverlos a sus países”, pero por otro, ver la enseña nacional en lo más alto mientras se interpreta la Marcha Real les provoca, vamos a decirlo así, mucho regocijo.

Hay que entenderlos, pero también animarlos a constatar los hechos: el primero es que la llegada de personas que huyen desesperadas de sus lugares de origen ni puede ni debe ser frenada en nuestras costas o aeropuertos, sino corrigiendo las causas que les obligan a salir de sus países. El segundo es que no vienen aquí a ninguna de las barrabasadas que les atribuyen los creadores de miedo y de odio, en todo caso, siempre que se les dan las suficientes oportunidades, aportan su esfuerzo y su talento, no sólo en el deporte, también en la cultura, en la economía… El tercero es que no hay tantos problemas de “integración” como pretenden hacernos creer: lo vemos a diario en los colegios de nuestros hijos, y ahora también en el deporte, los problemas de convivencia no vienen por el color de la piel o por el origen de los apellidos, son mucho más determinantes las desigualdades económicas o la educación. Quedaría por ahí el debate sobre la nacionalidad: hay quienes niegan que Lamine Yamal o Nico Willians -y todos esos deportistas con apellidos tan raros- sean verdaderos españoles, pese a lo que diga su DNI y el Código Civil. Debate que, por otro lado, sólo se produce cuando hablamos de personas afrodescendientes y que, tal vez, se zanjaría fácilmente si profundizáramos en el concepto de Ciudadanía Universal que reconociera todos los derechos para todas las personas, en cualquier lugar.

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