De divos y divas

Para que no hubiera pelea, los productores de El balcón de la luna tuvieron que colocar los nombres de Carmen Sevilla, Lola Flores y Paquita Rico en forma de aspas de molino, de forma que ninguna destacara sobre otra ni en los carteles promocionales ni en los títulos de crédito. También repartieron equitativamente los números musicales: dos canciones en solitario para cada una, más otras dos interpretadas por las tres a la vez, aunque, por supuesto, equitativamente distribuidas.

Cuentan las malas lenguas que ni por esas pudieron evitar los piques entre las tres folclóricas, que salieron escaldadas de la película, aunque quien de verdad se llevó el gato al agua fue Lola, que en El balcón de la luna estrenó el que sería uno de sus mayores éxitos, A tu vera, con la consiguiente pelusilla de las otras dos. Siguieron siendo amigas inseparables, desde luego, y a veces hasta aliadas frente a otras, pero los dardos de ida y vuelva fueron un continuo durante todas sus vidas. Lo de las envidias y los celos inter-folclóricas formaba parte del día a día de una España que ha estado siempre la mar de entretenida cuando ha habido pelea. Rocío Jurado e Isabel Pantoja, la Pantoja y la propia Lola, la Jurado y la Piquer… Hubo guerras más abiertas y otras más cerradas, cantantes que acabaron malheridas y otras que salieron ilesas, como nuestra Lola, que siempre hubo estrellas y estrelladas. Este fin de semana he estado pensando en ellas. En el resquemor ese que tenían las unas con las otras y que a algunas acabó corroyéndoles por dentro. En el PP andan así ahora. De morros con media Huelva porque le hemos reído la gracia al ministro Óscar Puente.

Lo de Concha ha dolido, y ha sido tal el cabreo que no han tardado en responder dándose una media vuelta dramática y airada (casi puedo verles moviendo la bata de cola al compás) y subiéndose a un autobús a pasearse de bache en bache por la N-431, para ponerle la cara colorá al ministro, hombre por favor. No contentos con eso, luego han cogido la Gopro y se han puesto a grabarse mientras se dejaban la suspensión del coche en el campo de minas que es la N-435. Ahora -pensarán ellos- que la batalla del AVE está perdida, al menos nos queda la carretera para darle caña al ministro. Lo que pasa es que Óscar Puente juega en otra liga. Él es un divo. Sencillo, como un simple mortal, que no pisa a nadie para brillar pero que, como Melody, es valiente y, sobre todo, poderoso. Tanto, que hasta puede traernos el AVE si le da la gana, y eso es una cosa que sólo puede hacer un ministro del Gobierno de España, por más rabia que les dé a los del PP, que digo yo que a lo mejor se hubieran ahorrado el disgusto este de Concha y el AVE si hubieran puesto las mismas ganas cuando tuvieron (que la hubo) ministros en el Gobierno de España que podrían haber hecho lo mismo que Puente ahora, solo que 16 años antes. Que no cunda la envidia, que tampoco pasa nada. Si tienen suerte, en unos añitos podrán intentarlo de nuevo y arreglar los asuntos pendientes. Hasta podrían poner a otra ministra, de esas que llegan con más fuerza que un huracán. Parece que la estoy oyendo: “Ya verán, esa diva soy yo”.