Confabulario
Manuel Gregorio González
Ultraderecha
Un fenómeno meteorológico extremo ha provocado un destrozo enorme en el levante. Hemos asistido durante días con absoluta perplejidad a los daños causado, a como el agua, fuera de control, arrastraba viviendas, calles, vehículos, todo lo que encontraba a su paso. Incluidas, por desgracia, personas. No sabemos aún cuántas víctimas, pero muchas. Una vez pasado el shock la ciudadanía se ha volcado en las tareas de auxilio, con una generosidad que nos ha recordado a aquellos tiempos de covid, cuando cada uno hacía lo que podía o sabía para ayudar.
Y ahora asistimos, perplejos también, a los jueguecitos de los políticos, alimentados en gran medida por los intereses torticeros y populistas de aquellos que pescan en aguas revueltas. Hay que decir que la clase política no está a la altura de la ciudadanía. Aunque, para ser honestos, también la ciudadanía ha mostrado su peor perfil, con robos y pillajes difícilmente justificables. Así que también hay una parte de la ciudadanía deplorable y falta de ética.
Un cóctel perfecto: las impactantes imágenes, el dolor, la magnitud y la tragedia por un lado; y la improvisación, la incompetencia, el titubeo por el otro. Resultado: la rabia ciudadana, aprovechada por los expertos en aprovechar la rabia, esos que inventan informaciones, alimentan bulos y lanzan palos y barro a toda autoridad que se ponga cerca. Porque no hay nada mejor que un populacho cabreado para presentar los populismos como la alternativa. Nada nuevo bajo el sol.
Pensábamos que todo el barro había bajado ya de las montañas. Pero no: quedaba el peor barro por llegar. Y así estamos, a una semana de la mayor inundación conocida en este país en los últimos siglos, posiblemente en Europa, pero embarrados. Vuelva a ser necesario, una vez más, reflexionar sobre la ética, sobre los pactos de convivencia. Porque, por desgracia, estas situaciones se van a repetir: los fenómenos climáticos extremos van a formar parte de nuestra vida a partir de ahora. Y necesitamos reaccionar con rapidez, con ética, con coordinación, con antelación.
La vida es complicada, el mundo se pone muy cuesta arriba en ocasiones. Llega mucho barro. Podemos soportarlo. Y podemos recoger el barro. Lo que no podemos permitirnos es que embarradores profesionales nos echen más mierda encima, por cuestiones puramente crematísticas. No podemos permitirlo.
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