Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Yalta
Su propio afán
Del congreso europeo de los Patriotas, Vox ha salido muy crecido, y no lo digo por el efecto de reunir en Madrid a los líderes socios que ganan y mandan en sus países, sino por el mensaje que, a renglón seguido, Santiago Abascal ha puesto sobre el tapete en Murcia. Está envidando a grandes al Partido Popular. Y como Feijóo revoque la apuesta…, será un órdago.
Pero ¿qué ha dicho Abascal? Que no pactará nada con ningún PP regional hasta que su cúpula no rompa explícitamente sus pactos con los socialistas en Europa. Esto es, hasta que no abandone la política de la Agenda 2030, de las facilidades a la inmigración ilegal y de las trabas a la agricultura, a la innovación y a la actividad industrial.
La posición es muy arriesgada, porque viene a decir que no acordarán ni siquiera aunque los líderes autonómicos del PP se entiendan con los de Vox, a no ser que éstos se comprometan a mantenerse firmes contra las órdenes del partido. Yo confieso mi vértigo ante la vertiginosa subida del nivel de las negociaciones. El hecho de que Vox rompiese aquellos gobiernos autonómicos de la noche a la mañana contribuye a aumentar la tensión. Las declaraciones de Abascal entonces fueron en serio, y se fueron; y ahora van en serio, y no irán.
Pero esto tiene su teoría y su práctica por detrás. La teoría: un Partido Popular que preconiza en sus más altas esferas lo contrario de lo que sus líderes locales prometen y firman es un socio esquizofrénico que terminará traicionando los pactos pequeños. Y lo reafirma la experiencia de Vox en Murcia, Valencia, Aragón, Baleares y Castilla y León, que ya es mucha experiencia.
¿Esto dificultará los pactos futuros? Sí, bastante, para qué vamos a engañarnos. ¿A quién perjudicará electoralmente? Quizá Vox pierda algunos votos, si a esos votantes les da igual Juana que su hermana con tal de echar a Sánchez y a su hermano. A cambio, afianza los votos que quieren un cambio de política, y no un turnismo. Además, Vox lleva una jugada de ventaja: ni los acérrimos votantes del PP tragan con el pacto de los populares con los socialistas en Bruselas; la Agenda 2030 revienta a tirios y a troyanos y todos estamos por más libertad de empresa, más propiedad y menos intervencionismo burocrático. Calculen ustedes la dificultad del PP para explicar que no se echa a Sánchez porque se defienden las restricciones al diésel, el reparto de menas o el trasvase de fondos a Marruecos.
También te puede interesar
Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Yalta
Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Envidar a grandes
El pinsapar
Enrique Montiel
El último recurso
Cambio de sentido
Carmen Camacho
Gaza d’Or
Lo último