El escritor y un asesino abyecto

Monticello

24 de marzo 2025 - 03:06

La literatura puede indagar, a través de la pura ficción, en la crueldad y el mal, en lo abyecto, y no es posible aquí imponer un límite jurídico al creador. La inmoralidad de una invención literaria, o lo que ésta pueda ofender en su fabulación, no causa un daño en su sentido jurídico, y, por lo tanto, no hay una razón válida que esgrimir frente a la libertad de creación. La ficción literaria implica un pacto con el lector, quien suspende su incredulidad y lee la historia como si fuera cierta, pudiéndose conmover o irritar, pero consciente de su fantasía. En la ficción, el autor, que siempre escribe desde su propia subjetividad, construye por lo general un universo a través de personas o hechos inspirativos, pero éstos no son reconocibles o explícitos dentro su atmósfera de figuración, de tal forma que, en su quehacer literario, quien escribe también ejerce una suerte de derecho a la inspiración.

El escritor, sin embargo, puede querer abandonar la ficción y hacer literatura sobre la base de un pacto distinto en el que ya no pide al lector que haga como si cree, sino que directamente lea como cierto su relato. En estos supuestos, la libertad de creación no disfruta de ese carácter ilimitado que otorga la excepción de ficción, sino que puede entrar en conflicto con otros bienes jurídicos, muy especialmente con el honor o la intimidad, pero también con la memoria de aquellos que, ya muertos, son protagonistas de ese relato. El literato no pierde aquí su libertad para crear, pero su obra ya no puede ser libérrima para emocionar o compungir con cualquier recurso, sino que ha de atender a límites que son propios de la lex artis periodística, como la relevancia pública o la veracidad.

Atendiendo a esos límites, no obstante, la libertad para hacer literatura de no ficción está también constitucionalmente protegida. Un autor puede asumir la opción moral de contactar al condenado por asesinar a sus dos hijos para, tras escuchar su relato, escribir un libro sobre aquel crimen.

El juez que conozca de las eventuales acciones que contra esta obra interpongan quienes estén legitimados, deberá considerar si la creación ha sido elaborada conforme a las exigencias constitucionales o si, por el contrario, el autor no ha actuado con la diligencia que el ordenamiento impone cuando están en juego los derechos de las víctimas y sus familiares. En todo caso, por el mero dolor que cause un libro así, que puede ser inmenso, o por su miseria oportunista e indignidad moral, ningún juez puede establecer responsabilidad jurídica. Este juicio es competencia de la sociedad.

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