
Vía Augusta
Alberto Grimaldi
Miras estrechas
Cada vez se siente uno más extraño al contemplar las variaciones urbanas de nuestra ciudad. Es verdad que el cambio siempre suele ser para bien, pero a los que hemos visto durante nueve décadas los cambios que ha tenido Huelva, nos asombra contemplar los cimientos de esa Huelva del futuro que siempre soñamos desde el cariño.
Pasear por la calles nos hace recordar la configuración antigua de ellas. Sobre todo me doy más cuenta en las esquinas del callejero urbano. La razón es que hoy vemos modernos edificios y luminosos comercios, donde antes conocimos sencillas tiendas, populares, amigas, que nos brindaban sus mercancías casi con carácter familiar.
En el cruce de dos calles, trasera del antiguo edificio de Hacienda, hoy sagrario al aire libre de restos arqueológicos del primitivo puerto onubense, veo la transformación de aquella esquina donde un día tuvo establecido un comercio entrañable, el del famoso y apreciado Baltasar. Una tienda con portalón en la esquina y ventana-escaparate donde de niño gozábamos con aquellas exposiciones de figurillas para “Nacimientos”, que nos invitaban a los más bellos sueños infantiles de Navidad.
Allí, se despachaban ilusiones convertidas en tracas, cohetes y mil diversiones para la chiquillería. Baltasar, era un hombre amable que se impacientaba mucho con los requerimientos y prisas infantiles en las compras. Era una institución local, además de cofrade popular y devoto de la Hermandad de San Francisco, cercana a su comercio, con la tradicional Virgen del Mayor Dolor, donde él fue una valiente decisión, en tiempos republicanos, con la procesión en la calle, amenazada de atentado.
Se cuenta de Baltasar, hombre ingenuo, bueno, sin malicia, que un día que se le ocurrió salir de excursión al campo, que entonces era el actual Conquero, y poner un cartel de aviso en la puerta que decía: “No llamar. Es inútil. Baltasar está en el campo con su familia”. Y aquel día robaron en la tienda.
Recuerdos lejanos de una Huelva que se pierde, se hunde en el tiempo. Personajes que dejaron rastro en esa huella permanente del crecimiento de una ciudad que se transforma a una velocidad inimaginable.
Conozco muchas más esquinas onubenses que ya no son ni sombra de lo que fueron, en la sencillez pueblerina de nuestra memoria, ya que sus comercios, sus propietarios eran los habitantes de una gran familia que trabajaba ilusionadamente a la orilla del Odiel y del Tinto, y que fueron llenando de historias populares la idiosincrasia de esta tierra bendita.
Hoy la esquina del comercio de Baltasar, me ha hecho vivir la fantasía de un ayer muy lejanos que se escapa de nuestra vida.
Personaje como éste, fueron ecos de un tiempo que se fue, pero que con sus anécdotas, inverosímiles, marcaron la gracia de un pueblo llamado a ocupar un gran lugar en la geografía andaluza.
Y una petición a los nuevos arquitectos, planificadores de nuestras futuras calles: que no diseñen esas esquinas con columnas solitarias y que resuelvan con gusto lo que podía tener más gracia e ingenio profesional. De su magnífica y moderna formación lo esperamos.
También te puede interesar
Lo último