El ESTATUTO MÉDICO

15 de febrero 2025 - 03:08

Cuando veo en los informativos las batas blancas frente al Ministerio de Sanidad reivindicando un nuevo Estatuto Marco de la profesión, partiendo de una premisa, tal cual es, la necesaria renovación del mismo, vigente desde 2003, para hacer un texto acorde con las necesidades propias de las nuevas realidades sociosanitarias, no tengo más remedio que solidarizarme -desde mi atalaya de experiencia propia del médico jubilado- con mis compañeros.

No es un apoyo corporativista sino realista, de alguien que experimentó en primera persona la ausencia de elementos vinculados a la calidad de vida de quienes tenían como objetivo, entre otros, el conseguirla para aquellas personas enfermas que ponían su confianza en tus conocimientos, tu capacidad humanística y en los fundamentos de tu condición de médico: vocación y ética.

Es, por ello, que mi apoyo no lo voy a expresar en los elementos cuantitativos de las facetas reivindicadas: jornada laboral; reclasificación profesional; régimen de incompatibilidad… las dos primeras ni siquiera negociadas y sin olvidarme del tema guardias, en lo que se refiere a: retribución, tratamiento fiscal de las mismas, descansos, … así como, a mi juicio, el nudo gordiano del conflicto, como son la imposición de la dedicación exclusiva, en determinados segmentos y las restricciones en la compatibilidad entre pública y privada.

Ante esto es normal que desde un consenso previo de cambio estatutario, no se pueda alcanzar la mejora por la vía de la imposición y el sometimiento, cuando no la ofensa si se manifiesta desde un cargo público -portavoz sanitario del partido de la Ministra en el Congreso Diputados- “los médicos no han sabido leer el borrador del nuevo Estatuto”, muchas gracias “maestra lectora”, Alda Recas.

Y hablo así porque el perfil ideológico de nuestra “ministra y madre”, la lleva a perder el criterio como profesional de la Medicina que nunca se deben anteponer, en este ámbito, lo ideológico a los criterios asistenciales para poder alcanzar la excelencia en los mismos.

Esta actitud de prepotencia ministerial invasora en ocasiones de competencias autonómicas, significa un retroceso en el desarrollo laboral y personal, además de abrir la puerta a la pérdida de profesionales. ¿Verdad que en Melilla y Ceuta, de su estricta competencia, lo vive directamente, señora ministra?

En definitiva, ánimo compañeros, no dejéis pasar esta oportunidad y mantened la exigencia de transparencia y visión a medio y largo plazo, como garantías de futuro, aunque sabiendo que los autócratas se rodean de mediocres que le ayuden a encubrir su incompetencia que deteriora el servicio público que dicen defender. Un buen camino para finiquitar la democracia.

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