Europa: necesidad y virtud

Paisaje urbano

26 de marzo 2025 - 03:06

Con el elefante fuera ya de la cacharrería, quizás haya que agradecerle al gigantón americano que, con su proceder tan poco educado y diplomático, nos haya puesto a los europeos ante nuestro propio espejo, esto es, el de unos aristócratas del mundo nuevo sin más patrimonio que nuestro glorioso pasado. La mala costumbre de vivir siempre bajo la protección del aliado del otro lado del Atlántico, gastando lo justito, y asistiendo de prestado a las reuniones de los organismos multilaterales, ha devenido en tragedia cuando los que mandan de verdad han resuelto repartirse la tarta sin respetar ni tratados ni historias.

Pero, dentro del desconcierto que supone este nuevo paradigma de las relaciones internacionales basado en la ley del más fuerte, sea este posiblemente el mejor escenario para que Europa saque a relucir sus cartas, que las tiene, aunque la torpeza de unos y el desahogo de otros no dejen traslucir los puntos fuertes del único espacio que, con todos los matices que se quiera, sigue girando sobre los principios fundamentales del libre comercio y la protección de los derechos humanos. Europa sigue siendo, pese a todo, el principal socio comercial de los Estados Unidos, y su situación geoestratégica sigue siendo importante para todas las operaciones militares que puedan proyectarse. La agresión sin fundamento a un estado soberano por el nuevo imperialismo ruso, lejos de proyectar una imagen feble como podía esperarse, ha provocado justo lo contrario, concitando una cierta unión en asuntos para muchos tabú como el del rearme, e incluso ha propiciado una nueva colaboración con Inglaterra, de cuya salida nadie quedó verdaderamente satisfecho.

Pero nada de esto tiene sentido si la Unión Europea no se presta a evolucionar hacia una organización eficaz y al servicio de los ciudadanos, dejando a un lado estructuras esclerotizadas por la alta burocracia cada vez más alejadas del europeo medio, y el gusto excesivo por esas políticas ambientales tan de moda que, aunque probablemente necesarias, no están desde luego entre sus preferencias. Lo que ahora se precisa son liderazgos sólidos y políticas efectivas, superando los estrechos corsés de unas instituciones poco eficientes para adentrarse en un nuevo aliancismo susceptibles de admitir, por qué no, a quienes aun no siendo miembros se sientan concernidos por la nueva situación mundial. Hacer, en definitiva, de la necesidad virtud.

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