Extranjeros en nuestra tierra

Notas al margen

Carles Puigdemont (i) y Pedro Sánchez (d).
Carles Puigdemont (i) y Pedro Sánchez (d). / Diseño

09 de marzo 2025 - 03:08

El pacto migratorio del PSOE con Junts ha levantado tantas ampollas, que el Gobierno trata de rebajar la tensión con medias verdades asegurando que se limitará a delegar competencias. Nos gustaría creerlo, faltaría más, pero Puigdemont se ríe como una hiena, saca pecho y ya no sólo mira por encima del hombro al resto de españoles, sino que los cuenta como extranjeros. Así es como presume de ser un gran estadista. Está claro que no aprendió mucho de sus antecesores más ilustres. “Aparte de que somos muchos catalanes, también somos muchos andaluces y aragoneses y extremeños...”, defendía Josep Tarradellas. Pero la memoria es frágil y selectiva.

El ambiente está tan contaminado que unos y otros son incapaces de adaptar sus extremismos a un objetivo tan esencial como el de ser útiles cuando más se les necesita. A María Jesús Montero no le alcanza la vida y a veces no sabe qué decir. Sabe que también podrían pedirle mañana el poder judicial y ya puestos el cambio de huso horario. La ministra nos invita a leer la letra pequeña del acuerdo porque, aunque no se lo crea ni Emiliano García-Page, dice que el Gobierno no cederá el control de la frontera. Quién sabe. A su amiga la ministra de Migraciones, Elma Saiz, por lo visto no se lo han contado, pero el PSOE sí ve con buenos ojos que la Generalitat exija el catalán a quienes pidan permiso de residencia. Lo ha confirmado Pedro Sánchez. La persecución lingüística en Cataluña hace tanto que saltó del ámbito escolar a tantas esferas como la sanitaria sin que nadie moviera un dedo, que sobran los aspavientos. El españolismo infantil se enerva cuando se arranca una bandera en Cataluña pero no ha logrado explicar cómo es posible que tantísimos catalanes se hayan tragado en los últimos años el lema España nos roba sin rechistar, a raíz del caso de corrupción del 3%. Han pasado 20 años y el juicio sigue pendiente. Lo que confirma que algo se ha hecho muy mal para que lo antiespañol haya calado tan hondo. El propio Tarradellas solía destacar que España fue el primer país que daba una autonomía política “a cambio de nada”. El ex president ensalzaba el alma catalana con ese romanticismo y ese seny que llevaba al catalán a querer administrarse. Pero mantuvo que Cataluña jamás rompería sus lazos con el resto de España: “El catalán es muy patriota pero siempre mirando al cajón: sin fantasías. No somos separatistas”. Acogerse ahora al artículo 150 de la Constitución para justificar la cesión de competencias estatales no es más que otra broma de mal gusto. Precisamente este artículo permitió reformar y nivelar todos los estatutos autonómicos, cada uno de su padre y de su madre, tras un pacto de PP y PSOE. Nadie lo usó para vaciar al Estado de competencias. Y a ello aspiran los independentistas de plantilla. Ayer les bastaba con la autonomía plena y hoy sueñan con controlar las fronteras de un Estado confederal que les deje manejar el timón a capricho.

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