El fascismo como freno

15 de septiembre 2024 - 03:08

Como bien señalábamos en esta columna el miércoles, la palanca en la que se sustenta el auge del fascismo es el miedo. En el miedo al inmigrante “que se come a nuestras mascotas”, al pobre que va a “ocupar tu casa cuando bajes a comprar el pan”… se apoya la palanca con la que los fascistas pretenden auparse en el poder, aunque sea a base de mentiras descaradas. Pero esos no son los miedos que realmente siente la extrema derecha: a lo que tienen pavor los Trump, Le Pen, Abascal, Ayuso..., los dueños de los medios de comunicación que amplifican sus discursos, los donantes de sus campañas y, en general, todas las personas a las que representan, es a la pérdida de privilegios.

El capitalismo global, asentado sobre una cultura firmemente patriarcal y, por supuesto, en la explotación despiadada de millones de personas y de los recursos naturales ha situado a personajes como Elon Musk en una burbuja tal, que al común de los mortales nos resulta inimaginables las cifras de las que disponen y eso es tan injusto -en un mundo en el que todavía hay madres y bebés que no sobreviven al parto por la falta de una asistencia médica adecuada o en el que miles de personas mueren de hambre- que hace unos años, cuando, en todo el mundo, los bancos echaban sin piedad a millones de personas de sus casas, todo hacía presagiar una revolución que lo impugnara todo.

La historia se repite y si, hace un siglo, las grandes fortunas que estuvieron detrás de empresas como BMW, Mercedes Benz, Hugo Boss o Puma apoyaban a los nazis en Alemania, las que, en Italia, estaban detrás de Fiat, Olivetti o Pirelli apoyaban a Mussolini y, en España, grandes bancos como el Hispano Americano o el de Vizcaya financiaban el golpe de Estado de Franco, por el miedo al comunismo. Ahora volvemos a escuchar lo de “comunista” como insulto y los avances feministas y ambientales han debido sembrar el pánico en más de un consejo de administración, en los que se debe considerar que la política de migajas de la socialdemocracia ha podido hacer creer al populacho, a las mujeres o a los ecologistas que pueden ir más lejos en sus aspiraciones. Y han decidido, no sólo financiar una campaña de miedo al inmigrante o al “okupa”, si no frenar la agenda de quienes creen que es posible construir una sociedad con las mismas oportunidades para todas las personas y que aprenda a convivir con la naturaleza. ¡Y vaya si la están frenando!

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