
El Malacate
Javier Ronchel
Huelva asciende a primera división
Por si alguien anda con el despiste, estamos a viernes siete de marzo, 7M. Y no, no me he equivocado, ya sé que el Día Internacional de la Mujer es el 8M, pero por lo aleatorio del calendario en esta ocasión cae en sábado. Eso hace que muchos actos se vayan a realizar previamente, evitando el fin de semana. Y me parece bien, inmensamente bien, el que haya 5M, 6M, 7M, 8M, 9M, 10 M y todos los días que sean necesarios. Por el hoy, por el ayer y por el futuro, no de las mujeres sino de la sociedad. Porque nos reconcilia como especie. Todo gesto es justo y necesario. El machismo, la violencia, la supremacía, la desigualdad, acechan a la vuelta de la esquina. Están ahí, no se han ido para siempre al rincón del olvido, acampan en la sombra, en las redes. También en las palabras, cuchillas que parecen inofensivas, pero el “no seas nenaza”, “cosas de niña”, “mujer tenías que ser”, siguen apareciendo de boca a oído, y en nuestro subconsciente lo bueno sigue siendo cojonudo y lo malo, un coñazo. Detalles. Porque no es el rosa o el azul, un juguete o una prenda, es lo que nos parece imperceptible. Como es mínimo lo dejamos pasar. Y ahí gotea, se filtra y persiste.
Cumplido el primer cuarto del siglo XXI, aún descubrimos la frase “la primera mujer…”; quedan por romper muchos techos de cristal, cartón yeso o de escayola. Quedan muchas divergencias por salvar para obtener una igualdad plena. Ya no hay rubor a enseñar las rodillas femeninas, se ha ganado en los sueldos, o en las bajas de maternidad y paternidad, compartiendo la misión de la crianza. Hemos avanzado, mucho, sin duda, pero es que estábamos muy lejos, pero es que aún no podemos cantar victoria. Una maratón no sé acaba en el kilómetro 40 por mérito que tenga. Si preguntamos a un grupo de adolescentes quién le tiene reparo a volver de manera solitaria a casa por la noche o a quién le importa qué dirán por su apariencia estética a diario, desde estar despeinado a la ropa, las manos alzadas responden a las chicas. O el maquillaje, otra vez la apariencia. ¿A quién se le va a revisar si repite traje en un evento distinguido? Cada piedra pone su peso en el mismo brazo de la balanza. Conscientes de eso, toca reivindicar, reciclarnos, romper estereotipos y celebrar que seguimos avanzando. Por las mujeres, por las hermanas, hijas, madres, sobrinas, tías, nietas y abuelas, por las vecinas, amigas y conocidas, por las compañeras de vida. Por todas ellas.
También te puede interesar
El Malacate
Javier Ronchel
Huelva asciende a primera división
Las dos orillas
José Joaquín León
Vivir del feminismo
El catalejo
Porticada, finalmente
La esquina
José Aguilar
Sin mayoría para la inm igración
Lo último
Visto y Oído
Dia Cero
La tribuna
Mayordomo 4.0
Postdata
Rafael Padilla
La UE, ¿un caballo muerto?
Editorial
De espaldas a Europa