Fiesta andaluza

Desde la Ría

06 de marzo 2025 - 03:05

En la lejana época del Imperio romano, cuentan que los Idus de marzo tejieron una triste sombra mortal sobre Julio César, el gran emperador que, dicho sea de paso, nos dejó a muchos largas horas de pensar y de diccionario para traducir sus “Guerras de las Galias”, en aquellos años del largo Bachillerato de los siete cursos.

Hay que estar atento al mes de marzo, que nunca se sabe lo que puede ocurrir…

En esta ocasión el mes que vivimos nos ha traído como herencia de aquel caso, la sombra que Trump ha esparcido sobre Europa con una nueva política de aranceles, amenazas y alejamiento de aquella amistad diplomática y económica que un día pusiera en marcha Eisenhower.

En cuanto a Defensa, junto a la preparación, entrega y sacrificio de nuestras Fuerzas Armadas, no nos queda más que la OTAN, a la que no tenemos mucha confianza, al ponerse en riego el paraguas militar americano con el que contaba, y por si fuera poco, nuestra presencia en la UE nada en un mar de aguas revueltas, con opiniones diversas. Lo dicho: no nos fiemos de los idus de marzo.

Menos mal que en una quincena la primavera nos abrirá sus puertas, y con ella Andalucía se abrirá a los colores de la nueva estación llena de tradiciones esperadas y sentidas.

Como viene ocurriendo, desde hace ya democráticos años, el Carnaval, con su corte de humor, música, disfraces y fiestas, tendió un velo sobre sus clásicas celebraciones, descubriendo a veces que las máscaras las lleva puesta el género humano muchos más días que esos de febrero que preceden a la Cuaresma.

Qué necesaria es la Cuaresma para el espíritu, en esa vertiente de la preparación para la Semana Santa, que ya se vislumbra en lontananza.

Ayer fue Miércoles de Ceniza. Se acabaron las carnestolendas. Es hora de mirar a la realidad finita del ser y meditar que sólo somos barro para terminar en cenizas.

Es una buena ocasión, dentro de nuestras creencias religiosas, católicas, para analizar la vida que pasa con esas prisas de llegar a lo eterno.

El Año Jubilar que se nos ofrece, se hace camino para un perdón, que llena de alegría el corazón. Momento propicio, en este tiempo cuaresmal para iniciar una etapa de oración y penitencia que nos invita a una relación más profunda con Cristo.

Como creyentes vivimos un tiempo que nos exige una disciplina espiritual que encamine nuestros días a una conversión y de manera especial a una renovación total.

Los templos se convierten en altares cofradieros donde nuestras imágenes acompañan esos sentimientos que reverdecen cuando la Pasión se acerca.

Las Hermandades aúnan sus esfuerzos y se preparan para su protestación devocional y de fe, recorriendo la senda cuaresmal que pisamos.

Los idus muestran un distinto signo que hacen más profunda la meditación de un mes, que es puerta de grandes celebraciones que la ciudad espera con impaciencia y esperanza.

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