Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Los que manejan el mundo
Debemos reconocer la acertada decisión del Gobierno de no asistir al acto de sucesión en la Presidencia de Méjico.
Y es correcta por no rebajarse a aceptar, una vez más, el impostado victimismo, propio del populismo más elemental, del Presidente saliente, López Obrador, justificando la negativa a la presencia del Rey Felipe VI en el citado acto representando al Estado Español, hasta que no pida disculpas por la “conquista” de América.
Bien haría el saliente en analizar cómo deja su país y como sus políticas han empobrecido y marginado aún más a la población indígena, antes que exigir nada, por cierto, sin fundamentos históricos de hechos acontecidos hace más de cinco siglos.
Por tanto, bien por nuestro Gobierno al poner las cosas en su sitio. Dicho esto, nos queda sin embargo un elemento para la reflexión. Debería el Presidente Sánchez valorar la fiabilidad de algunos socios sentados a la Mesa del Consejo de Ministros que obvian su consideración de representantes estatales con su pretendida presencia en el acto rechazado por España.
Pero claro, esta es nuestra realidad interna reveladora de una debilidad que cada día se agudiza más y nos pone en situación de crisis de gestión política y legislativa permanente.
Se puede comprender, aunque no aceptar, el ansia de permanencia en el Poder a título personal por encima del interés general, por mucho que suponga ceder al chantaje de unos socios voraces en su capacidad de exigencias de todo tipo, desde el supremacismo, la pretendida singularidad, la asimetría, la desigualdad, el dominio de la situación… frente a alguien que saben dispuesto a entregar “todo” y que no parará de mendigar la continuidad en el status de poder del que ahora disfruta aunque sea consciente de la falta de sintonía entre sus propios chantajeadores pero que aún debilitados, por ahora, lo irán y, por extensión, nos irán esquilmando pero no lo dejarán caer para no perder su “gallina de los huevos de oro”, tal cual sucedería obligándole a convocar elecciones.
Un arranque de gallardía, como el tenido con Méjico, sería exigible y replantear la situación, fuera cual fuese, el teórico resultado electoral. Las cuentas pendientes de Pedro Sánchez con Puigdemont son superiores a la posibilidad de entendimiento con el PP pero debemos temernos que el coste personal, en este caso, no lo admitirá nunca porque sería renunciar al mentiroso argumentario de la “fachosfera” y al mítico: “No, es no”. Por lo que al PP solo le quedaría emular, adaptando la frase, al americano Adlai Stevenson sobre demócratas y republicanos: “Si el PSOE deja de mentir sobre el PP, dejarían ellos de decir la verdad sobre el PSOE”.
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