
Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
No tiene lo que hay que tener
El profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Sevilla, Joaquín Urías, ha sido objeto de diferentes amenazas fascistas últimamente. Lo han increpado de manera desafiante con gritos como “quien siembra vientos, recoge tempestades”, o “los rojos fusilados fueron bien fusilados”, y también ha sufrido pintadas intimidatorias en su despacho con el texto “El Valle no se toca”, firmado por Juventud Falangista Español. El profesor, que fue letrado del Tribunal Supremo, se ha significado siempre por ser un aguerrido defensor de la democracia y de los Derechos Humanos, y es evidente que por eso es blanco de estos ataques. Mi duda es si este tipo de acciones debemos catalogarlas como gamberradas, o si estamos ante otra cosa.
Además del lamentable episodio sufrido por Urías, hemos conocido cómo Macarena Olona, esa estrafalaria excandidata de Vox al parlamento andaluz, también ha montado su “show” particular en la Universidad de Granada, además de otras acciones que se van repitiendo en todas las universidades del Estado. En círculos universitarios se denuncia el auge de las manifestaciones de grupúsculos reaccionarios con clara simbología fascista, lo que hace unos años era algo prácticamente inapreciable. Además, la radicalización de estos jóvenes vinculados a la universidad, y a otras estructuras organizadas, va de la mano de la presencia de las formaciones de ultraderecha en el panorama político español e internacional, lo que evidencia que no es algo casual, sino organizado y sinérgico. Para colmo, la reivindicación del legado franquista y de las formas en las que se impuso una dictadura en España, generan un poso de incertidumbre que quizás no estamos mirando de frente. Tengo la sensación de que la normalización del discurso fascista, el uso de la violencia y las amenazas para exigir silencio, y la cantidad creciente de voceros que hacen el juego provocador en los medios, va dejando a las claras que la estrategia propagandística va más allá de la gamberrada.
Estamos ante un fenómeno global, una ola fascista y reaccionaria que ocurre en todo el mundo y que merece mirar de frente, sin miedo. Y no olvidemos que la Universidad ha sido a lo largo de la historia uno de los objetivos fundamentales de los extremismos, el espacio donde reventar el pensamiento crítico y de izquierdas. Democracia, libertad, justicia y contundencia contra los fascismos.
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