Alto y claro
José Antonio Carrizosa
La confianza está rota
Game over”, el juego termina, expresión habitual en algunos deportes, fue utilizada por el senador Eduard Pujol, portavoz de Junts en la Cámara Alta, exigiendo al Gobierno un “auténtico concierto” para Cataluña y amenazando con retirarle su apoyo si los socialistas no ceden a las condiciones impuestas por el grupo liderado por Puigdemont. Era una contundente respuesta a la penosa intervención de la vicepresidenta del Gobierno y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que con su dialéctica de faralaes y su lenguaje estrafalario se piensa que todos los senadores y ciudadanos somos memos –y no digo yo que haya muchos que se lo hagan por conveniencia, sectarismo o interés– y admitamos lo que expuso en una perorata que ni aclaró la entidad del supuesto convenio ni fue capaz de convencer a los representantes del estamento territorial. Un empeño absurdo de explicar lo inexplicable y menos con argumentos –falsedades incluidas– tan lapidarios como los utilizados por la efusiva vicepresidenta. Una clara muestra de la fragilidad del presunto acuerdo de “financiación singular” para Cataluña para investir a Illa, lo que puede afectar por falta de apoyos al propio Gobierno nacional.
En su intervención de “principio de curso”, como titulaba una enfática y ampulosa exposición, habitual en las comparecencias del presidente del Gobierno, con sus serviles comparsas y multitud de asesores, además de mudos periodistas, ya que ni hacen preguntas los más adictos y paniaguados, además de la infausta ocurrencia del Lamborghini –y la consiguiente guasa posterior–, resultó inadmisible el anuncio de la subida de los impuestos –lo que facilitará el cupo “singular” para Cataluña– y la conminación a elevarlos también a las Comunidades, para pagarle el cargo y los excesos económicos y despilfarros de la Generalitat. Todo se integra en esa instrumentación propia de las habilidades embaucadoras de Sánchez para dividir al PP con concesiones bilaterales a las que, oportuna y acertadamente, se oponen sin descartarse unas reuniones con el líder socialista.
En su afán de colonizar las instituciones y poderes públicos, eliminando contrapesos y controles, el Gobierno, que no gobierna realmente, desprecia cuantos factores estratégicos configuran la estabilidad política, los principios legales y democráticos, la independencia judicial, garantía del Estado de Derecho y la fiabilidad de los organismos reguladores. Nada que ver con el nombramiento de gobernador del Banco de España del exministro Escrivá, quebrando una tradición democrática que Sánchez defendió en su día y que supone una degradación de la ética política al poner las instituciones al servicio del Gobierno, ocupándolas personas afines al Poder Ejecutivo.
Una voz ecuánime: la de Isabel Perelló, presidenta del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo, en defensa de la independencia judicial: “Ningún poder del Estado puede dar indicaciones a los jueces”.
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