El grande de Jesús Quintero

Voces nuevas

14 de febrero 2025 - 03:06

Ayer se celebró el Día Mundial de la Radio. Ese medio de comunicación cálido, que da alas a la imaginación, acompaña, combate la soledad y alimenta el alma. Ese medio que lanzó al estrellato a periodistas emblemáticos, entre ellos uno que nos toca muy de cerca, el eterno Jesús Quintero. Aprovechando la efeméride, esta semana me quiero centrar en ese Loco de la Colina que comenzó haciendo radio y cuya voz “llegaba a la última fila”. Y su última fila, contaba, era la de los solitarios, los contracorriente, los desobedientes, los marginales y también los grandes y famosos como La Pasionaria, Tierno Galván, Antonio Gala o Borges.

Así mismo me lo contó él hace hoy cinco años. Me recibió en su Fundación, en San Juan del Puerto, y le recuerdo sentado en una mesa de dos metros, con un pañuelo en el bolsillo y una mirada tan cansada como viva a pesar de los años.

Le entrevistó una chiquilla que no sabía que sería de las últimas en hablar con él a viva voz para los medios antes de su muerte. Alguien que, mientras le tenía enfrente, no era capaz de pensar en otra cosa más que en qué habría dicho su padre al verla ante el gran Jesús Quintero. “Hay un fandango que refleja lo que ha sido mi vida: aunque me voy, no me voy, aunque me voy no me ausento. Aunque me voy de palabra, no de pensamiento. Aunque me voy, no me voy. Y eso es lo que siempre he seguido. Mi pensamiento. La comunicación es verdad, transmitirla. Todo lo demás es superficial y poco profundo”, decía el maestro.

Jesús Quintero creía firmemente en que “alguna vez se podrían conseguir grandes cosas desde Huelva”.

Cuando la entrevista llegaba al final le pregunté por su niñez. Que qué quedaba del Jesús Quintero niño. Recordó entonces un día de paseo por la antigua estación de tren en Huelva. “Mi padre iba a trabajar a La Sevillana y yo iba a estudiar, pero a veces dejaba los libros en un quiosco y me iba a pasear por la Punta del Sebo, donde había dos balnearios. De ese niño queda lo mismo. La historia de una vida es la historia de un fracaso y de una pasión. Yo he vivido todos los fracasos y todas las pasiones y en eso quiero estar. No sé hacer otra cosa. Volverá el haber creado un estilo. Volverá el sentirme escuchado, volverá la gente que cuando yo me vaya nunca veré, pero que me siga y volveré a ser lo que soy, Jesús Rodríguez Quintero, de San Juan del Puerto, hijo del Niño Roque y ya está”.

Gracias maestro, por sentarte conmigo. Por recordar que después del éxito, cuando acaban los días, las raíces de ese niño son las que perduran. Eso y la infinita paz de haber dedicado una vida entera a la vocación de comunicar como solo tú lo hacías.

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