La historia nunca se repite

Quizás

31 de enero 2025 - 03:06

Para algunos, debido a la tecnología, estamos entrando en una etapa en la que todo será diferente. Los optimistas lo celebran con alegría porque ven en ello oportunidades inimaginables; mientras que los pesimistas advierten sobre los peligros que lo desconocido conlleva.

Otros están convencidos de que nada es realmente novedoso y que el futuro será más de lo mismo, puesto que la historia no hace sino repetirse de modo. Y, sin embargo, también son optimistas. Se basan en que la mayoría de los filósofos e historiadores sostienen que la historia de la humanidad sigue patrones cíclicos, en los que hay civilizaciones que nacen, crecen y finalmente declinan, siendo sustituidas por otras. Concluyen que solo aquellas que se adaptan logran sobrevivir. Así, desde Platón hasta Toynbee, defienden que el proceso se repite una y otra vez, pero que todo tiempo siempre mejora lo referido al desarrollo tecnológico; por lo que entienden que cada momento histórico supone un progreso lineal del conocimiento por parte de los seres humanos. En conclusión, interpretan la historia como un proceso repetitivo de continua evolución, en el que nada dura, pero están convencidos de que lo que los sustituye mejora el pasado.

Por último, están aquellos que creen que la humanidad, en lugar de avanzar, y a pesar de los avances tecnológicos, mantiene problemas similares a los del pasado. A estos, por muy sesudas que sean sus opiniones, se les define como tristes perdedores. Ahora piensen en Trump, en su ignorancia y desfachatez, pero también en su energía capaz de conectar con quienes buscan agarrarse a la esperanza en algo y en alguien para sobrevivir. Y entenderán por qué sus delirios, al definirse como la solución a todos los problemas, atraen a los más débiles mucho más que los sofisticados argumentos de gran parte de la intelectualidad. Porque Trump, delincuente, mentiroso, contradictorio, bailando al son de Village People, les habla de cambio y grandeza, mientras que la izquierda razonable y sensata quiere que todo siga igual y escucha en exceso las bellísimas canciones tristes del pasado. Trump no ha ganado sólo por sus mentiras y los apoyos de la élite tecnológica; ni por el miedo de la sociedad blanca a perder su hegemonía; también lo ha hecho por la falta de respuestas ilusionantes por parte de los demócratas a los retos de una sociedad, que como la actual, continúan sin entender convencidos como están de que sus ideas son inmejorables.

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