El microscopio
Sí hay debate
EN una entrevista que me realizaron hace unos meses en un diario de circulación provincial dije, y así lo recogió el periodista como titular de la misma: "Huelva se nos está muriendo por inacción propia", en referencia a los políticos que nos gobiernan. El caso de la Plataforma en Defensa de los Regadíos del Condado es uno de los varios ejemplos que cabe mostrar: No necesitamos candidatos a las elecciones, sino líderes sociales comprometidos con la gente y sus problemas cotidianos.
El grito de ¡Agua ya!, aunque ahora se expresa de forma unitaria, coordinada y casi desesperada en el Condado onubense, no es nuevo ni mucho menos. Son décadas y décadas esperando la solución de un trasvase de aguas superficiales que alivie la presión sobre el famoso acuífero 27 Almonte-Marismas.
No vamos a negar que éste es un problema complejo, en el que subyace la búsqueda del siempre difícil equilibrio entre desarrollo económico (agrícola en este caso) y preservación del medio ambiente (máxime tratándose de una joya natural única como es Doñana), con actores diversos cuyas prioridades son diferentes cuando no contrapuestas; de hecho, podría ser presentado como paradigma de las dificultades que entraña lograr la ansiada sostenibilidad, sin la cual hoy en día no se concibe ningún proyecto de desarrollo territorial. Como tampoco que en determinados momentos se cometieron abusos y en ocasiones algunos de esos actores se desempeñaron con un celo excesivo en orden a lograr la imprescindible compatibilidad que haga que de una vez Doñana no sea un espacio percibido como una traba o un enemigo, sino como una marca de calidad que añade valor a las producciones.
Pero tampoco podemos cerrar los ojos a los esfuerzos realizados por los agricultores. Este sector productivo tan fundamental para la economía comarcal y provincial (las cifras proporcionadas en el número anterior de esta revista hablan por sí solas) nació a través de la combinación de varias tecnologías de vanguardia, entre ellas la de irrigación, importada de Israel, donde quienes iniciaron esta aventura, hoy transformada en una realidad próspera, encontraron la forma más eficaz y eficiente de aprovechar el agua. Este sector se ha esforzado por incorporar las más estrictas medidas de aseguramiento de la calidad, gestión medioambiental (producción ecológica o integrada, control biológico de plagas, etc.), trazabilidad… también porque los mercados se lo han ido exigiendo, todo sea dicho.
Y con todo esto, ¿por qué el problema de la disponibilidad de aguas superficiales, en una provincia excedentaria de este recurso, sigue sin resolverse después de muchos lustros? La respuesta no está en el sector de las berries, que está organizado y se autocontrola, sino en el entramado burocrático-administrativo que nuestros gobernantes han creado y que se ha convertido en un gran monstruo que nos devora. No es sólo que haya dos confederaciones hidrográficas implicadas, sino que nuestros gobernantes no han sabido o querido desenmarañar lo que han enmarañado excesivamente y que hace que cualquier proyecto (también en otros sectores, como el minero por ejemplo) se eternice, con la consiguiente incertidumbre y pérdida de competitividad.
Ahora bien, esto tiene responsables, y es hora de pedir cuentas y soluciones (a corto y a medio plazo), pues el resultado no puede ser de ninguna forma dejar morir una actividad productiva rentable estando en el profundo agujero del desempleo en el que nos encontramos: no nos lo podemos permitir, por sus consecuencias irreparables.
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