La esquina
José Aguilar
¿Tiene pruebas Aldama?
En unos días serán las elecciones europeas. “Yo no tengo ni idea”, esa es la respuesta más común entre la gente más joven cuando le preguntas por las elecciones. Incluso entre la gente no tan joven. Europa nos pilla lejos. La hemos viajado, eso sí. Con o sin Erasmus. Sabemos que muchas decisiones se toman por allí. Que hay instituciones que deciden cosas. Poco más. Más allá de vaguedades el común de los ciudadanos sabe poco o nada de lo que se cuece en Bruselas o en Estrasburgo, o qué diferencias hay entre el Parlamento Europeo y la Comisión Europea; o entre el Consejo Europeo y el Consejo de la Unión Europea.
Pero el hecho de que no sepamos nada de Europa no evita que afecte, y mucho, a nuestra vida diaria. Lo que comemos, lo que sembramos, el destino de nuestra basura, la moneda con que pagamos, los tipos de interés, las ayudas públicas… la gran mayoría de las decisiones que se toman en nuestros ayuntamientos, comunidades y en el gobierno central tienen un rastro que nos lleva a Europa. Por eso es tan importante que, aunque sea de manera improvisada y coyuntural, nos ocupemos de la cosa europea.
Además, en estos comicios, hay un elemento especialmente preocupante: el ascenso de los partidos de extrema derecha. No es, como pretenden vendernos, una cuestión de polarización: la extrema derecha rompe el marco de convivencia, hace un planteamiento excluyente y al margen de los Derechos Humanos, y recorta avances sociales que ha costado mucho conseguir. En la izquierda no hay partidos que estén haciendo nada parecido. De hecho no hay mucho más allá de una socialdemocracia más o menos ecologistas. Lo más confuso y disruptivo que encontramos a la izquierda son algunos independentismos que casan más con el concepto de Europa.
La extrema derecha aspira a gobernar Europa para blindarla, para volver al concepto nación, y está recogiendo votos en los sectores liberales más decepcionados, incapaces de armar un discurso solvente. Y también entre una juventud que ve amenazados sus privilegios, y para los que esos discursos de seguridad y castas políticas son de fácil consumo. Las encuestas dicen que posiblemente Europa sea menos europea a partir del domingo. Seamos conscientes, al menos, de la importancia de votar. ¿Qué futuro queremos habitar?
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