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Alto y claro
José Antonio Carrizosa
Épica Vacía
En España estos últimos tiempos, desgraciadamente, nos hemos acostumbrado, mal que nos pese, a la mentira, la falsedad, la manipulación y la impostura más descarada. Desde las más altas instancias se ha prodigado esa farsa que ha desacreditado la política y puede acabar con la democracia. Tantos infundios, tantos bulos, como se ha empeñado en atribuir el gobierno – en muchos casos difundidos por el mismo – atentan con la legalidad democrática de un país. Estas imposturas de la Historia, tan habituales en la realidad política española, que algunos pretenden reescribir, me recuerdan lo que en cierta ocasión publicaba sobre la opinión de un productor de Hollywood en la miniserie sobre el rodaje de “El padrino” (1072), “The offer” (2022), que afirmaba: “La Historia será como nosotros la contemos”. Me temo que así será si el relato está en manos de políticos sectarios y productores y directores cinematográficos. Hollywood es desde antiguo una buena escuela de esas aberraciones históricas.
El último ejemplo nos lo brinda Ridley Scott, epitome clásico del nigromante redomado e indómito manipulador de la Historia, con su “Gladiator 2” (2024), continuación aumentada y exagerada de su primera entrega, ya de por sí falseada hasta extremos insólitos. Ello me llevó a revisar otra muestra de su colosalismo recalcitrante y su adulteración, en este caso no histórica sino bíblica: “Exodus: Dioses y Reyes (2014), prueba espectacular y llamativa, con la grandiosidad habitual de este director en las secuencias de acción y en su ambientación y esplendor visual, que en eso es un maestro, si bien la endeblez del guion que no está a la altura de los acontecimientos, propende a la decepción sobre la resolución de ciertos pasajes. Pero la asombrosa espectacularidad de la puesta en escena no le exime de su morbosa obsesión por la corrosiva instrumentalización de los fundamentos históricos.
Ahora he tenido ocasión de ver otra serie bien realizada y rodada en monumentales y suntuosos escenarios, de factura brillante y unos intérpretes magníficos entre los que destaca, Samantha Morton, que encarna a la protagonista. Me refiero a “La reina serpiente” (2022), creada con una osadía increíble sobre la reina Catalina de Medicis y los enfrentamientos dinásticos en la corte francesa de los Valois, los Borbón, los Guisa y los pretendientes navarros en medio de las guerras de religión entre hugonotes y católicos. Una ficción histórica con escandalosos errores: un Medicis negro, un Enrique de Guisa homosexual, un Felipe II tullido, otras licencias erráticas y disparatadas de la recurrente leyenda negra y la consabida y tóxica crítica a la monarquía, propia de estas invenciones audiovisuales.
Hablando de cine permitan que agradezca a mi querido compañero y vecino en esta página de opinión, José María Segovia, sus amables frases en su artículo del pasado jueves sobre el día de San Juan Bosco, que también celebro como cinéfilo y antiguo alumno salesiano.
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