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Rafael Sánchez Saus
Sánchez y el Estado caótico
Los cementerios británicos en la provincia son tres: Tharsis, Riotinto y Huelva. Sobre ellos quien mejor ha investigado con profundidad y detalles ha sido Consuelo Domínguez Domínguez, querida y admirada amiga e investigadora, que nos dejó un libro magnífico e interesante bajo el título con que encabezo mi colaboración semanal: In loving memory. Una recopilación histórica, publicada en 2013, que constituye hoy día el mejor acervo documental sobre esta materia digna de minucioso estudio como el que ha hecho tan brillante escritora. Aunque la presencia de enterramientos extranjeros existía en Huelva, cuando esta se intensifica es a partir de la llegada de la Rio Tinto Company Limited a nuestra provincia en 1875.
En nuestra ciudad allá, años antes, 1868, el vicecónsul inglés Eduardo Díaz, de gran personalidad en Huelva, lucha con fuerza para lograr un cementerio británico que en principio es rechazado por el Ayuntamiento, pero finalmente autorizado, y es el existente junto al camposanto católico de Nuestra Señora de la Soledad, en 1932. Es en esa época cuando corresponde a mi padre, Antonio Segovia García, como subdelegado de Medicina y jefe local de Sanidad, autorizar los permisos y traslados de los restos, bajo la responsabilidad del Consulado ingles.
La existencia de este cementerio, junto al católico, fue difícil y tristemente olvidada hasta nuestros días, en que el Ayuntamiento de la capital transfiere su cuidado a la Iglesia Española Reformada Anglicana. Ese largo período de tiempo, de abandono incomprensible, sólo contó con el trabajo, la ayuda y la preocupación de conocidos onubenses como mis queridos Pedro Weickert e Isabel Naylor, con los que tantas veces visité el sagrado lugar y presencié sus cuidados y desvelos en visitas oficiales para su arreglo y conservación.
Nunca mereció este lugar el olvido en que estuvo y que, gracias a extranjeros nacidos en Huelva, se mantenía con dificultades. Ellos merecen todo nuestro recuerdo y agradecimiento por su constancia y desvelos.
Es de esperar que la Iglesia a la que ahora le corresponde la tutela, la Reformada Episcopaliana, sea más consciente de su papel y obligaciones, contando con el generoso ofrecimiento municipal, con la memoria de tantos ilustres y famosos onubenses de nacimiento y de corazón, que allí en el amor a Huelva, descansan en una tierra que hicieron suya y a la que ayudaron, especialmente en su industria, a relanzarla. Ellos son también el legado británico que tenemos y que debemos orgullosamente conservar.
El libro de Consuelo Domínguez será un permanente recuerdo vivo de esos camposantos por nuestra provincia que siguen dando memoria a un pasado, no tan lejano, de la vida de personajes que hicieron con su esfuerzo y talento prosperar todo este sur andaluz en una época en que la modernización llamaba a las puertas de Huelva, siendo ellos quienes con entrega y entusiasmo nos la abrieron para un futuro, hoy esperanzador.
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