Inaceptable

09 de enero 2025 - 03:07

En la última columna del pasado año apuntábamos un somero balance sobre la situación política de España, que calificábamos como negativo, aciago, realmente insostenible. Los comienzos de éste, recién estrenado, no parecen muy alentadores. Imbuido de su desesperado afán de supervivencia y de su irresistible sectarismo, obnubilado por el peso de graves acusaciones, Sánchez continúa elevando el muro de su soberbia y abusiva gobernabilidad rayana en la autocracia, lo cual, en un régimen democrático, en un Estado de Derecho, es rotundamente inaceptable. Como lo es el empeño de ocultar a las nuevas generaciones, mientras tratan de resucitar memorias ya superadas y entronizadas en la Historia irreversible, la trascendencia incontrovertible de la Transición que deparó a los españoles, tras un largo régimen oprobioso y dictatorial, una democracia constitucional que garantiza libertades y separación de poderes. De ahí que los abusos de poder y colonización de las instituciones del Estado por parte del Gobierno actual, eleve sustancialmente los temores de los ciudadanos ante la amenaza de perder las libertades que tan duramente y con tantos sacrificios se lograron.

Una reciente macroencuesta revela que más del 70% de los españoles cree que ahora la democracia es peor y hay menos unidad, igualdad y libertad que en el año 2000, perdiendo, además, la confianza en el Parlamento, Fiscalía y partidos políticos mientras aumenta la del Ejército, Policía y Guardia Civil. En esa defensa de la Transición, el presidente de Castilla La Mancha ha sido inflexible, exaltando su espíritu y el de la unidad que “nos hace fuertes”, no utilizándola “como arma política”. Porque inaceptable resulta que quienes perpetraran un delito constitucional contra la unidad de España, fanáticos separatistas, tan decisivos hoy en el Gobierno de Sánchez, se manifiesten contra una institución constitucional como es el Rey con ocasión de su discurso navideño.

Entre esos corifeos de la crítica a ultranza no podía faltar Aitor Esteban, representante genuino del cinismo del PNV, con insoportables gestos de suficiencia, siempre dispuesto a exigir prebendas a un Sánchez generoso para asegurar su subsistencia. Igual que los herederos de los etarras, que, apoderándose de la vía pública, agitan a diario sus blanqueamientos avalados por el Ejecutivo y cuya pasividad o complicidad nos hiela la sangre. Como Podemos, cada día más maltrecho y agónico, a través de su indómita Ione Belarra, que demostró su incompetencia como ministra, se permite criticar con desabridos argumentos el discurso real. Y ahí sigue el Gobierno: comprando votos –véase el Ayuntamiento de Jaén–, soportando chantajes y lo que haga falta con tal de no abandonar La Moncloa…

Y los cristianos españoles ofendidos por los artífices de unas campanadas aburridas y sin gracia, por una cadena pública que pagamos todos. Y lo mismo diría si la burla fuera contra musulmanes, budistas o adventistas del Séptimo Día…

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