‘Influencers’ de la fe en el seminario de huelva

Voces nuevas

27 de septiembre 2024 - 03:05

Ayer estuve visitando el seminario diocesano de Huelva, constituido en el año 1953 y que, por desgracia, no conocía. Como muchos, sabía que había un lugar en la capital donde los futuros sacerdotes acudían para formarse, pero no había reparado en cómo sería realmente. Cuando el director de este periódico me propuso hacer un reportaje sobre los nuevos seminaristas de este curso, la promoción más numerosa de las últimas décadas y también la más joven, me sorprendió. Primero, por la novedad de la temática y segundo, por el desconocimiento que muchos onubenses -y yo misma- tenemos sobre la opción de dedicarse hoy en día a un oficio tan tradicional como el sacerdocio.

Me esperaba el rector, Juan José Feria. Iba a ser un día especial, además, porque justo ayer se celebraba una convivencia de curas, contando incluso con el propio Obispo. Al llegar, más allá de un templo con muros infinitos, enormes techos y ambiente gélido, me llevé una grata sorpresa. Un vaivén de felicidad se notaba sorprendentemente en el aire. Jóvenes y veteranos se reían y hacían bromas radiantes. Al fondo, un chico joven me saludaba. -¿Has visto al rector? He quedado con él-, le dije. -Lo tienes delante, me dijo Juan José. Un médico de carrera de 32 años que un día sintió la llamada de la fe y que hoy guía a quienes acuden a él para encontrarse con Dios. Como Eloy, Domingo o Juan Antonio, onubenses que se están formando en el seminario, Juan José encontró su razón de ser en la Iglesia y hoy en día es el corazón de una institución que late en Huelva desde hace más de 70 años. -Actualmente ser cura no es algo a lo que obliga la familia como en algunos casos pasaba antaño, ¿no? -Claro que no. “Hoy en día sí se elige ser sacerdote y quienes vienen lo hacen sabiendo realmente lo que quieren”, me decía. “Es mucho más, María”, añadía Eloy. “Realmente cuando ves que eso es lo que Dios tiene para ti y que le da sentido a tu vida, que la completa y la perfecciona, sabes que estás donde tienes que estar y eso no merece la pena, merece la vida”. Me sacudió y sentí cierta envidia de la convicción tan firme que estos jóvenes de entre 28 y 32 años tenían como metas en sus vidas. “La fe yo creo que es importante porque en mitad de un mundo que nos bombardea de ideas y de corrientes, lo que hace es encaminarte a un fin, a un propósito”, me explicaban. Por un momento me los imaginé siendo influencers en Instagram y contándole al mundo sus vivencias. Qué necesarias las certezas para vivir en paz. Qué bonito avanzar con un objetivo tan claro sea cual sea el sueño. Y qué suerte contar con jóvenes como ellos, capaces de caminar con luz, valentía y vocación hacia el futuro siempre incierto.

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