Jaurías fascistas y cigarros puros

El diputado de Cultura de la Diputación de Badajoz ha lamentado que, “por tener los apellidos que tiene”, David Sánchez haya sido “víctima de esta jauría de fascistas, de gente que no entiende la Cultura”. Oscar López, por su parte, ha dicho que le indigna ver cómo “esas campañas de fango acaban teniendo consecuencias sobre la vida de personas honradas, honestas e inocentes, mientras que otros viven en áticos opacos y fuman puros”. Empezando por el segundo cabe preguntarse por la fobia del PSOE contra los puros, quizás desatada por aquella referencia de Sánchez a “los cenáculos de Madrid, de la típica villa de Madrid, de los señores con puro”, a su vez inspirada, supongo, en las viejas caricaturas que representaban a los plutócratas opresores como señores gordos con chaqué, chistera y puro. O se la inspira Felipe González y su amor a los Cohiba. Quién sabe. Quizás las dos cosas se unan como lo mismo: su obsesión por acabar con la Transición (y con González) desenterrando real y simbólicamente a Franco para pasearlo como un esqueleto guardado en el armario de la derecha democrática que, en parte ayudado por la torpeza y ambigüedades del PP, identifica como lo mismo con la extrema derecha populista, y ambas con el franquismo y el fascismo de la fachosfera.

En este tono de añeja caricatura, el diputado de Cultura de la Diputación de Badajoz alude a una “jauría de fascistas” cebándose con el hermano del presidente como si fuera Acteón devorado por sus perros después que Artemisa lo transformó en un ciervo. ¿La UCO y los jueces que investigan e instruyen las causas de los familiares de Sánchez son una “jauría de fascistas”? ¿Se ven camisas negras fascistas, camisas caquis nazis o camisas azules falangistas por las calles?

Es cierto que este fin de semana Abascal reunió en Madrid a líderes de partidos de la extrema derecha populista agrupados en Patriotas por Europa, tercera fuerza en la Eurocámara, envalentonados por sus buenos resultados electorales y por la victoria aplastante de Trump. Tan cierto como que la extrema izquierda populista forma parte del Gobierno de España, apoyado por Bildu, ERC y el prófugo de Waterloo. Pero ni los primeros –siendo preocupante su auge– resucitarán el nazi-fascismo de aceite de ricino y cámaras de gas, ni los segundos el socialismo revolucionario de Largo Caballero ni las checas, hambrunas programadas y gulags comunistas.