
Con la venia
Manuel Muñoz Fossati
Morir trabajando
Mantener el recuerdo de quienes significaron mucho para nuestra tierra es algo necesario y obligado. El Centro de Comunicación con el nombre de Jesús Hermida, es un lugar agradable y querido para todos. La memoria de un gran periodista onubense lo merece.
Para nosotros era simplemente Jesús. El amigo, el compañero, el profesional batallador que supo hacer realidad, a pulso, su sueño de ser periodista. Y lo fue. Posiblemente uno de los mejores comunicadores, sobre todo en televisión.
Hace diez años que su figura se esfumó, nunca su recuerdo. Después de dos días de lucha, un infarto cerebral puso fin a una existencia llena de esfuerzos y de éxitos. Supo dirigir su vida entre muchas dificultades, hasta que como me decía él, la suerte le dio el premio. Sí, fue la suerte, pero unida a una valía y tesón que siempre le acompañaron en su existencia.
Nos llevábamos cinco años de diferencia, pero teníamos muchos sentimientos comunes, quizás el más valioso, haber compartidos los años de juventud en nuestro barrio de la Vega Larga, en la plaza de la Merced, en nuestro corretear en aventuras inolvidables por los cabezos, hasta que la otra aventura de nuestra vida, las letras, también formaron parte de nuestra amistad.
Jesús se fue a Madrid con lo puesto y triunfó. Su afán de elevación conquistó lo que pretendía. Por un tiempo compartimos en Huelva la redacción del viejo y querido “Odiel”.
Le recuerdo siempre en su mesa del periódico, lugar que luego ocuparía otro gran compañero y gran periodista como Enrique Seijas, “Ike”.
Me impresionó su emoción un Martes Santo, de lluvia y anhelos cofrades, que, bajo el sonido del agua en impresionante diluvio, de vuelta al periódico, escribió un magnífico artículo al Cristo de la Sangre, de la Hermandad de los Estudiantes.
Siempre recordó su paso por “Odiel” y cuando hizo la famosa retrasmisión de la llegada del hombre a la Luna, nos mandó una postal, conociendo la pasión colombina de “Flery” y mía que decía. “Lo nuestro, fue mejor”.
La distancia y su paso por Televisión, donde llegó a ser máxima figura, nos distanciaron en kilómetros, nunca en amistad. Prueba de ello fue cuando confió en mí para cierta documentación importante sobre el accidente laboral que costó la vida a su padre.
Aunque hablaba poco de ello, siempre recordaba a Huelva, a sus amigos, y de forma especial a la Punta Umbría de su juventud y de muchas ilusiones.
Sus once años en Nueva York como corresponsal, forjaron su destino como periodista, y le encumbraron a ese pedestal de la popularidad, en la aspiración de su vida profesional.
Hoy ya no está entre nosotros. Le recuerdo en la amistad que nos unía en la profesión más bella del mundo. Un abrazo y una oración, Jesús.
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