Enhebrando
Que no pare la fiesta
Notas al margen
Juanma Moreno llegó a la reunión con Pedro Sánchez en La Moncloa con una mano atada a la espalda. Llevaba meses repitiendo que Andalucía quiere “lo mismo” que Cataluña, pero iba de farol. Andalucía no exige más autogobierno, ni una Agencia Tributaria . Tampoco quiere ser menos que nadie y hará valer su peso para lograrlo, a eso se refería el presidente. Pero si Sánchez le llega a ofrecer la quita de la deuda y el mismo concierto fiscal que a Cataluña, habría rechazado la oferta. Moreno ha sostenido una cosa y la contraria para seguir a pies juntillas el discurso de Feijóo: “Todos a una”. Esta vez no pidió nada que afecte a los demás, ni una compensación transitoria. La acción política exige simplificación de pensamiento y aceptar la vida de partido. Aunque el personal sospeche que Andalucía va a remolque al no exhibir más criterio. Moreno ha reclamado siempre un sistema de financiación más justo y que el Estado nos pague lo que nos debe mientras se negocia. Pero ni él ni Sánchez abordaron esta cuestión central. Menos mal que el tono fue cordial. Como Moreno no se fiaba y tampoco sabía muy bien a qué iba, se llevó una lista con cien reivindicaciones, que es como decir ninguna. El presidente le dejó hablar de los españoles de primera y de segunda, de los servicios públicos, de la red viaria y del ferrocarril, mientras pensaba en Maduro, el juez Peinado, el caso Koldo, Mahmud Abbas, la buena racha de la economía y su plan para controlar a la prensa. No le aclaró cómo piensa cumplir con el cuponazo catalán y tampoco le concedió una triste promesa. Sánchez le recibió con su cara más amable, pero no accederá a un reparto razonable de los tributos porque los independentistas lo dejarían caer. Así de sencillo. Y como Moreno se preocupó tanto de trasladar que no negociaría un solo céntimo a espaldas del resto, no le ofreció ni agua.
El líder del PP regresó con las manos vacías pero contento, porque pudo mostrar su estilo en el mayor escaparate del reino. Moreno acaba de reconocer a varios colectivos sociales que “hemos llegado al límite financiero en sanidad y educación”. Ésta es la realidad. Ha dicho lo que piensa, como Margarita Robles cuando denunció que Venezuela es “una dictadura”. Pero la Junta comete un error no forzado al anunciar a la vez una nueva bajada de impuestos. ¿En qué quedamos? La medida carece de sentido en la segunda comunidad con menos presión fiscal, sobre todo, porque los andaluces pagaríamos encantados, siempre que no haya que ponerse de rodillas para lograr cita con el médico. La propia Junta no tardó ni 24 horas en matizar su rebaja. Y si ya no podemos financiarnos con nuestros recursos, habrá que explicar mejor los titubeos y por qué renunciamos a cualquier trato de favor, incluso a ahorrarnos la deuda. De lo contrario, podría parecer que Moreno no tiene del todo claro lo que más nos conviene.
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