Microecología

24 de noviembre 2024 - 03:09

Igual que existe una macro y una micro economía, donde la primera nos dice que los indicadores van muy bien y la segunda que eso no se nota en la mayoría de las personas, que llevan años empobreciéndose, tengo la incómoda percepción que con la ecología pasa algo parecido. Ya hay muchas ciudades que han implantado eso que se denomina “zona de bajas emisiones” (ZBE) que impide entrar a los vehículos sin etiqueta ambiental, esto es, los más viejos, conducidos mayoritariamente por gente con menos recursos o mayor. La hipocresía de la medida es enorme, ya que da por hecho que cualquier coche de más de veinticinco años supone un atentado medioambiental, y sin embargo cualquier coche suv enorme con un pequeño motor híbrido enchufable, mucho más costoso y con mayor consumo, puede tener etiqueta “eco” o “0” y circular por el centro sin problemas.

Aquí en Huelva la ZBE está por implantarse, pero me resulta igualmente ridículo que se impida a los viejos coches circular por la avenida de Italia cuando, unos metros más al este, tenemos ciento veinte millones de toneladas de fosfoyesos generados durante décadas por una empresa que acaba de anunciar que se va de la ciudad y que sigue adelante con su plan de “restauración” que no es más que la solución más barata de enterrarlos, dejándonos una herencia tóxica por los siglos de los siglos.

El vertedero de Nerva, las balsas mineras, el pantano ácido del Sancho, el inerte río Odiel con sus crecidas, son verdaderos problemas ambientales con un riesgo catastrófico. Cualquier riada, colapso o avenida supondría la llegada de toneladas de sustancias peligrosas a los esteros y marismas. Y ahí no veo el mismo celo de las administraciones competentes por, no sólo vigilar, sino invertir y avanzar en la búsqueda de soluciones sostenibles que nos cuiden y cuiden del entorno.

Las riadas de Valencia han hecho que la gente de allí tenga que redirigir sus prioridades de un día a otro, la supervivencia y la movilidad son las necesidades más básicas. Muchos coches que no pueden circular por Madrid están siendo donados a gente de Valencia que ha perdido los suyos. Una gestión medioambientalmente responsable no sólo se ocupa de los contenedores de colores, sino que también, y, sobre todo, tiene en cuenta los grandes retos que se nos vienen y trabaja por anticiparse a sus riesgos para corregirlos, antes de que sea demasiado tarde.

stats