
Vía Augusta
Alberto Grimaldi
Sánchez desencadenado
Sabiendo yo que iba al corazón de Europa, a su capital, pensaba escribir esta semana de la política y de su nueva realidad. Pero la vida en ocasiones crea guiones inesperados y pocas veces uno se siente protagonista de una historia desde dentro. Puede que hayan visto en algún medio o red social, un grupo de 90 estudiantes de 4º de ESO del IES Estuaria se quedaron el miércoles sin poder volar a Bruselas. Tirados en el aeropuerto de Sevilla en lo que en teoría no tenía ningún sentido: la reserva de 95 plazas estaba hecha, así constaba en los ordenadores de la aerolínea Transavia a la hora de hacer la facturación, pero no aparecía el listado de nombres de los viajeros. Ahí empezó el tira y afloja de si el error era de unos y de otros, asumir un error es complicado. La cuestión es que siendo las 8:40 y como el vuelo salía a las 10:40, el sentido común hacía entender que podía haber una solución. Pues no. Desde la sede virtual de la aerolínea decían querían volver a la tradición manual para meter los nombres y desde Sevilla surgía la paradoja de que eso era imposible por la propia digitalización, ya no hay personal que lo haga. Así que tocaba esperar a que se cargara el listado. Esperar. Esperar y esperar. Y esperar. Hasta que finalmente apareció en la pantalla del ordenador el conjunto de viajeros. ¡Al fin! Sin embargo, por la tiranía del tiempo, de cumplir aquí y allí, de una mal entendida globalización, se dio la orden de no retrasar la salida de su vuelo. Adolescentes versus la tiranía de una multinacional. Entre tanto, desde la agencia B-Travel optaron por las personas, por lo personal y por un principio fundamental de la sociedad: ante un problema hay que buscar solución. Como sucede en estos casos, toca improvisar, y en muchas veces lo mejor no coincide con lo bueno. Y yo como un docente-acompañante más, pues a remar. Y si hay que ir en bus a Madrid para salir en vuelo a Bruselas el día siguiente, pues se va. Y si hay que dividirse en tres vuelos pues nos dividimos, si hay que adaptarse y modificar los planos de visita, pues se hace. Todo por un grupo de chavales que ya se perdió el viaje de 6º de Primaria por ser el año del Covid. Construir en mitad de la odisea. Así que también toca un rapapolvo para el lado contrario; el amarillismo corre a la voz de lo inmediato. A la de tonto el último, se manchan de píxeles las pantallas en aquello que sueña con ser una noticia, pero no lo es. Y uniéndolo a lo que iba a ser este artículo y lo que ha sido: “Tristes guerras/ si no es amor la empresa./ Tristes, tristes”.
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