Yo te digo mi verdad
Un mundo de patriotas
Hemos decidido empezar el curso poniendo ya a cierta gente a temblar sólo para darle emoción a la cosa, para despistar. No es que el Real Club Recreativo de Huelva, Bien de Interés Cultural, no valga (o pueda valer en un futuro próximo) 15, 30 o 40 millones; es que, en realidad, hoy día vale 40.000 y si nadie ofrece esa enorme cantidad al que se antoja, ‘in pectore’, su propietario, es que es un insensato. Y un tieso de manual.
Que llevemos dos años y medio sin un penalti a favor en casa, con dos ascensos y un sexto puesto por medio, es lo más normal del mundo y no tiene nada que ver con ningún rencor arbitral. Trapero no tenía sitio en este equipo. El que nos devolvió al pozo siente al Recre como el socio número 1, 2, 3 o 4, y si se hace con el Club otra vez nadie puede dudar de que su capacidad financiera igualará, como poco, a la de Mansourbin Zayed Al Nahayan, que para eso ya lo han demostrado él y sus amigos, mejicanos incluidos, con anterioridad.
Que no se dé el dato de asistencia en cada partido en casa y que, así, la afición más antigua de España no pueda destacar a nivel nacional cada quince días -superando a casi todos los equipos de 1ª RFEF, a muchísimos de Segunda e incluso a algunos de Primera División- es una estratagema sensacional. Lo de las cuatro esquinas vacías del estadio fue una genialidad arquitectónica del tamaño de la creación de las pirámides de la meseta de Guiza. No cantar el himno hasta reventarnos la garganta, como hacen en todos lados, para no dejar estampas similares a la de aquel 11 de junio cada vez que se pueda es otra genialidad de conjunto. El club más antiguo de España no tiene ninguna deuda con el Ayuntamiento de Huelva. El ‘caso estadio’ no existió. La parte que ha quedado sin asientos del Nuevo Colombino, allá por gol sur, es un extraordinario sello cubista que realmente hay que disfrutar.
Si regresa Gildoy, “a Primera en tres años” otra vez nos volverá a llevar. Exigir estar arriba en el tercer escalón del fútbol nacional es una locura sin ser ricos y es presionar demasiado a los jugadores, y no tiene sentido hacer eso en un club con la poca historia del nuestro y con su pequeña masa social. Ah, y yo soy el mejor columnista del mundo y no me equivoco jamás. Por eso, ahora que vamos despacio -sobre todo, en lo de sacar puntos-, ya saben lo que vamos a contar. Tralará.
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