Morir trabajando

Con la venia

En el mundo de los sentimientos solidarios, es decir los que nos provocan los demás, las sensaciones que nos transmite el mundo que nos rodea, pocas cosas me causan más tristeza que la muerte de una persona mientras realiza su trabajo o precisamente por esa labor. Todos y cada uno de los detalles de estos sucesos me desazonan: si el fallecido era muy joven, por el pesar que causa el tajo a una vida que casi empieza; si era mayor, porque se acercaba la edad teórica de la jubilación dorada; si estaba casado o casada, por el desastre emocional que se derrumba sobre un hogar; si acababa de incorporarse a su puesto de trabajo, por el aura de destino trágico que toma el accidente..., y pónganse a imaginar circunstancias: un embarazo, una boda reciente, un viaje a las puertas...

En la semana pasada, los dolores se me acumularon: cinco mineros muertos por una explosión en un pozo en Asturias, dos bomberos fallecidos mientras trataban de apagar un incendio en un garaje de Alcorcón, tres trabajadores enterrados tras derrumbarse el techo de una nave agrícola en Coria del Río. Y, seguramente, muchos casos individuales más repartidos por toda España que por el número de afectados o las circunstancias no han merecido ser tratados por los medios nacionales. Dramas agrandados todos por la trágica e injusta paradoja de encontrar la muerte mientras uno está intentando buscarse la vida.

Aparte de las condolencias oficiales y los días de luto al calor de los accidentes en los respectivos ayuntamientos o comunidades, no he visto una gran preocupación en las fuerzas políticas por esta concatenación de sucesos tristes. Consultando datos, veo además con gran estupor que en el año 2024 se registraron en España 1.179.202 accidentes laborales, de los cuales 796 acabaron con el resultado de muerte del trabajador o trabajadora. Y eso representó un incremento del 10,4% con respecto al año anterior. ¿Han escuchado en el Congreso de los grandes indignados alguna pregunta sobre este asunto? ¿Cualquiera de los representantes provinciales o autonómicos de los lugares afectados se ha visto en la urgencia de interrogar o interrogarse sobre estas muertes? ¿Hasta cuánto es aceptable esta cuota de caídos en el ejercicio de su oficio? ¿Nos hacemos todos las preguntas necesarias? ¿Es el mundo del trabajo el gran olvidado?

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