Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Un drama
Emuelle cargadero de mineral de la RTC, que desde finales del siglo XIX muestra su monumentalidad a la orilla de Odiel, es sin duda alguna una de las más bellas y simbólicas insignias de Huelva.
El muelle de tan amplia significación industrial, que construyeron los ingleses, por obra y gracia del Ayuntamiento onubense se ha vestido de gala con una esplendida iluminación que realza ese entramado de hierro que es origen de su belleza.
Este monumento marinero, laboral e industrial que ha conocido ya tres siglos de nuestra historia local, tuvo para nosotros una imagen querida desde nuestra niñez. Recuerdo cuando íbamos de paseo por la carretera de la Punta del Sebo, como nos asombraba ver los trenes de vagonetas cargadas de mineral, deslizándose por una pequeña rampa, para que finalmente esta se volcase sobre el negro vientre de los barcos que trasportarían su carga a lejanos lugares.
Que espectáculo el de aquellas máquinas de vapor lanzando al aire sus negras columnas de humos y el ruido ensordecedor cuando la vagoneta lanzaba el preciado mineral o la encantadora figura de los buques acercándose o alejándose del histórico muelle. Todo ello era un auténtico espectáculo, querido y conocido para Huelva.
Pero un día de los años setenta, del pasado siglo, llegó la urgencia de la industrialización del Polo de Desarrollo, y la necesidad de transportar una gigantesca pieza a su lugar de enclave, seccionó la bella imagen del Muelle, ya que no había otra forma, en aquel entonces, de trasladarla: sólo la carretera. Y para ello la estructura metálica sufrió un daño inaudito e increíble. Pese a la campaña que en favor del puente se levantó, y a las enérgicas protestas del Instituto de Estudios Onubenses, defensor de tantas cosas culturales y artísticas de Huelva, el traumatismo fue consumado.
La magnífica sintonía entre el Puerto y el Ayuntamiento, están dando a la ciudad una presencia como nunca creímos. Y ahora, el Muelle de la RTC, luce una iluminación sorprendente en los días de gala de la ciudad, sólo queda ya que se repare con urgencia, como así lo han anunciado las autoridades, la injuria con él consentida hace medio siglo, y su estructura vuelva a lucir la unión del corte que se le hizo.
Siempre aplaudiremos estas gestiones municipales y portuarias de embellecer a la ciudad. Y hoy es ocasión de hacerlo. El Muelle histórico de la RTC por fin sale del olvido. Cuánto nos alegra y cuánto tenemos que agradecer a quienes se preocupan de estos detalles urbanos que engalanan a la ciudad, dándole valor a sus cosas y belleza a su contenido artístico. Que siga la racha.
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