Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Los que manejan el mundo
No hay palabras, al menos yo no las encuentro, no las tengo e incluso me atrevo a pensar que no las hay con la significación necesaria para explicar las sensaciones, la congoja y las emociones producidas por las imágenes, los relatos, la visión de una realidad implacable demostradora de la enorme fragilidad humana frente a los “enfados” de la naturaleza.
Cierto es que tampoco hay palabras para expresar el dolor -especialmente el de los más próximos- ante el número de pérdidas de vidas en esta tragedia y ser conscientes de que lo han sido en una fecha que ya está marcada, negativamente, en la España de este aún incipiente siglo tan oscuro en acontecimientos adversos para las personas.
Como tampoco hay palabras suficientes, en este caso, de agradecimiento a todas las organizaciones encargadas de atender, controlar, ayudar y combatir los efectos devastadores de la DANA, desde las Fuerzas de Seguridad al más anónimo de los ciudadanos que con sus gestos, heroicidad y compromiso salvan vidas o desgraciadamente recuperan cadáveres, víctimas del descontrol de la naturaleza y, concierne absolutamente, a todos desde las Administraciones central y autonómica hasta los propios hábitos cotidianos de la colectividad social.
Fenómenos como este, han existido siempre y pretender generar alarmismos innecesarios, seguirán produciéndose, lo que obliga en nuestro caso a pensar que no somos ajenos a lo que contemplamos, cuando sucede en otros territorios, con escepticismo y hasta con criterios de superioridad. Todos debemos ser conscientes que estamos en un alto nivel de fragilidad ante las catástrofes y más, si son naturales y tan impredecibles en su comportamiento como las de la naturaleza. Valga de ejemplo que se nos anunciaba un otoño más seco y cálido de lo habitual.
Por tanto, ante tanta desolación, es hora de ayudas correctas y solidarias, no de discursos demagógicos sino de respuesta colectiva ante una tragedia de estas dimensiones y en su momento, analizar la gestión de los acontecimientos para corregir dudas y errores que pudieron haber y los ciudadanos, aprender a valorar sin menospreciar las llamadas de alarmas.
Por fin, tampoco hay palabras, quizás hasta la “mezquindad” se quede corta ante la vomitiva actitud, amparada como habitualmente por la Presidenta del Congreso de los Diputados, de las mayorías con el “sanchismo” a la cabeza, manteniendo solo la cuestión de la renovación del Consejo de RTVE, yo diría “colonización”, una más, que le garantiza a Sánchez el control informativo -¿regeneración democrática?- del medio, suspendido el resto del Orden del Día, sesión de control del Gobierno incluida. Mientras, España y Valencia, en particular, se debatían entre la incertidumbre, el miedo y la tragedia. De verdad, no tengo palabras.
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