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El concepto de justicia es muy dispar de acuerdo con los intereses y las ideologías de cada persona. De pequeños aprendimos a valorar la libertad, corríamos mientras nuestros padres lo hacían detrás de nosotros, buscábamos esa independencia personal que resultó ser independencia dependiente, pero para nuestro beneficio en ese momento. Aprendimos lo que es justo y lo que es injusto. Eso sí, cada uno lo interpretó a su bola, poco o nada tiene que ver en este asunto la ideología (siempre que lo analicemos fríamente y con sentido común). Pero la ideología, o nuestros planteamientos personales, se impusieron al sentido común. Y lo que para algunos resultaba justo para otros era injusto. Todo esto a lo largo de la historia ha dado paso a conflictos, incluso a guerras, ha hecho que las sociedades se dividan, se enfrenten.
La división de una sociedad es un síntoma de debilitación, y en esas estamos. La realidad, y es bien real, es que los españoles debemos luchar por nuestra casa y por nuestro país. Otros no lo van a hacer, ya lo estamos viendo, y hasta lo estamos viviendo en nuestras carnes. Es muy fácil culpar de todo a los ciudadanos, cuando la realidad es que la culpa la tienen las ideologías. Y son esas ideologías las que nos culpan, las que nos limitan, las que fabrican el miedo, las que nos conducen hacia el error. Nos llevan jodiendo la vida durante un año, y en vez de admitir que son unos inútiles y unos sinvergüenzas (manda la ideología), pues eso, que somos los únicos culpables de su fracaso.
Al asesino, al carnicero, ahora se le define como héroe, como un nuevo héroe, los nuevos héroes de una dictadura que hasta compra a los medios de comunicación por aquello de aleccionarnos en su ideología, que a fin de cuentas debe ser la única que conocen y respetan. Pero es imposible que los sabios se equivoquen, lean a Pitágoras, por ejemplo, o lean mejor su vida y sus referencias, porque fue tan inteligente y tan sabio que no dejó nada escrito, para no confundir a las ideologías.
La evolución del ser humano, en un momento concreto, desarrolló en nosotros ese punto trascendente, esa magia que hizo que nos diferenciáramos de los animales. Pero las ideologías deseaban que siguiéramos siendo animales, animales de compañía, animales silenciosos, domésticos y poco inteligentes. El mundo se ha poblado de nuevos héroes, mini dioses que empobrecen los aspectos de nuestro desarrollo, de nuestra inteligencia. No sé qué van a hacer ustedes, pero voy a coger un rato El Quijote de Cervantes para aleccionarme un poco.
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