¡Ojos abiertos!

La colmena

05 de febrero 2025 - 03:06

Cambié las chirigotas de mi pueblo por el Carnaval de Cádiz cuando estudiaba Periodismo en Málaga. Todas mis compañeras de piso eran gaditanas y, en pleno periodo de exámenes, el momento happy hour de desconexión era delante del televisor. Sin excepciones. Entonces descubrí que Cádiz es mucho Cádiz. Que su Carnaval se lleva en la sangre; no es una fiesta más. Se producían discusiones de altísimo nivel cuando se transfiguraban en un jurado, tal vez nostálgico y espontáneo pero también implacable, para las chirigotas, comparsas, coros y cuartetos que iban superando cada fase del concurso. Me sorprendía la seriedad y el profundo conocimiento con que argumentaban. Nombres, fechas y temas. De ahora y de antes; era un Trivial en tiempo real. Con pasión y diversión pero, lo realmente singular, con muchísimo respeto.

Hay que estudiar mucho (y disfrutar más) para meterse en la esencia del Carnaval de Cádiz. Tiene sus propias reglas y el público es sagrado, en sentido literal y figurado. Por eso estoy viviendo con tanta alegría, con euforia, la forma en que la gente ha boicoteado el pase de la chirigota (tan oportunista como negacionista) Abre los ojos. Si estuviéramos en otro foro, si no tuviéramos el respaldo de la historia centenaria del Gran Teatro Falla, del ingenio, el talento, la irreverencia y la dignidad de quienes se atreven a subirse a su escenario, me animaría a enfocar la polémica desde la perspectiva de la libertad de expresión. Porque es cierto que vivimos tiempos frenéticos con cada vez menos líneas rojas. Con la politización de la justicia (como no logramos negociar nada, todo a los tribunales), de la economía (qué es si no la guerra comercial de los aranceles) y hasta de la vida pública con manipuladores profesionales, aprovechados y mucho postureo.

Pero ahí está Cádiz, su Carnaval y su público. Recordándonos que no somos borregos. Tras el bochorno de este domingo, son muchos quienes advierten (también desde dentro como acaba de hacer la Asociación de Autores) del “problema” que puede ser “el altavoz sin filtro que suponen 20 minutos en prime time en televisiones y redes”. Sin embargo, parece evidente que no es necesario. Es el público quien, de forma radical, ha protegido su Carnaval. Desde abajo. Nadie de la organización ha tenido que bajar el telón. No hay que cambiar las reglas ni forzar un control y supervisión que, como tantas veces hemos visto ocurrir, se convierte en la antesala de la mutilación y la censura.

¡Viva el Carnaval de Cádiz! ¡Y viva su gente con esos ojos tan abiertos!

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