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Manuel González Mairena
Que no pare la fiesta
Los afanes
José María Fonollosa comenzaba un poema de Destrucción de la mañana con estos versos: "Es absurdo vivir. Y duele mucho. / Mi vida no era al mundo necesaria. / No soy más que un estorbo para algunos / y un estorbo también para mí mismo".
La noticia que algunos medios resaltan, y lo hacen con titulares grandes, no es que el pasado 4 de enero se cumplieran los 100 años de la muerte de Benito Pérez Galdós. Lo que ahora nos quieren demostrar es si Galdós tenía o no talla o altura literaria. Y en eso se han empeñado los Cercas, los Muñoz Molina, y otro puñado de chupatintas, o mejor debía decir viertetintas, que se enzarzan los unos contra los otros lanzándose puyas, aguijones, y otros dardos venenosos que a Fonollosa, por ejemplo, le traería al pairo.
Y si ya metemos en medio de los comentarios y críticas las afinidades políticas, pues eso, que no salimos de la espiral bajo ningún concepto. La literatura es mucho más que una ideología. Y la literatura es mucho más que un canon literario, por más que se empeñen algunos.
Regresan ahora estas palabras de Cervantes en El Quijote: "Pues lo mesmo -dijo don Quijote- acontece en la comedia y trato deste mundo, donde unos hacen los emperadores, otros los pontífices, y, finalmente, todas cuantas figuras se pueden introducir en una comedia; pero, en llegando al fin, que es cuando se acaba la vida, a todos les quita la muerte las ropas que los diferenciaban, y quedan iguales en la sepultura". Y la respuesta de Sancho, no tiene desperdicio: "¡Brava comparación! -dijo Sancho-, aunque no tan nueva que yo no la haya oído muchas y diversas veces, como aquella del juego del ajedrez, que, mientras dura el juego, cada pieza tiene su particular oficio; y, en acabándose el juego, todas se mezclan, juntan y barajan, y dan con ellas en una bolsa, que es como dar con la vida en la sepultura".
No sé si merece la pena dudar o no de altura literaria de Galdós. Ahora está, dentro de 500 años no sabremos si estará o no estará, el tiempo lo decide todo, no lo olviden. Lo que el tiempo se pasa por su arco del triunfo son los comentarios, las disputas y demás imbecilidades, que los viertetintas arrojan de vez en cuando para seguir estando en el candelero. Y eso señores, ni es literatura, ni será literatura.
En ese poema de Destrucción de la mañana, Fonollosa terminaba con estos versos: "Y así somos los más. Unos objetos / molestos arrojados a la vida / que aparta alguna gente cuando avanza. / Todo ha salido mal. Todo mal sale".
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