
El balcón
Ignacio Martínez
Poca vivienda y mucho ‘show’
No resulta sorprendente a nadie la tendencia clara en determinados dirigentes de la izquierda española de politizar cualquier tragedia en el ámbito público, ya sea para eludir, en su caso, cualquier responsabilidad política de manera que todo recaiga sobre sus adversarios, en un claro ejercicio de falta de respeto a unas víctimas que quedan al margen o por debajo de sus intereses de Poder.
No me parece necesario entrar en especificaciones de hechos concretos porque están todavía en las mentes, los recuerdos o el luto de muchos ciudadanos, así como la mezquindad de algunos individuos buscando rentabilidad política en momentos de intenso dolor para amplios sectores de la sociedad.
Por eso, no es de recibo, si es que estamos en una verdadera democracia, que a los cinco años de la pandemia Covid-19, miren la fecha de denominación, se presente en la televisión pública, que pagamos todos, un documental propagandístico y emponzoñar no solo la figura personal, política, las decisiones de gestión en la pandemia… hasta el punto, que la portavoz sanchista en el Ayuntamiento de Madrid, de calificar como “asesina” a la Presidenta de la Comunidad y lo dicen los adalides, turbados porque se les reproche algo, con lenguaje puro, libre de eufemismos, con piel muy fina ante cualquier réplica que se les plantee. Luego, hacen rectificación que siempre queda por debajo, cumplida la “pena de telediario”. Quienes así actúan suelen ser los servidores, a medida de quien aprovechó la situación crítica de la pandemia para iniciar su andadura experimental hacia la culminación autocrática del sistema y que en la máxima fidelidad a su estilo críptico de lenguaje, denominó “nueva normalidad”.
Comprenderán, pues, que quien robó la libertad a los españoles con un estado de alarma inconstitucional, imponiendo censuras más o menos encubiertas y con apariciones televisivas rodeado de mandos militares, presentando como decisiones técnicas aportadas por un “comité de expertos” inexistente lo que eran, como mucho consideraciones del epidemiólogo vaticinador de “tres o cuatro” casos que se convirtieron en bastante más de un centenar de miles de muertos, tras haber retrasado un trimestre la toma de medidas -COVID19- y la búsqueda de equipamientos imprescindibles… mientras tanto, el miedo se instaló en la sociedad, lo que permitía a ciertos sectores gubernamentales huir de responsabilidades y alcanzar objetivos de enriquecimiento.
El documental televisivo, con exactitud, cifraba 7.291 los fallecidos en las residencias de mayore madrileñas, especulando con el uso de “protocolos” de desatención a esas personas en un bulo barriobajero rotundamente desmentido por la Sociedad Española de Geriatría, favorable a la no movilización de los pacientes.
¿Responderá el Gobierno de los 120.000 fallecidos restantes?. ¿Lo hará con los incumplimientos de las propuestas prometidas en el “aprendizaje” de aquellos días?. No solo no se ha hecho nada, ni tan siquiera corregir errores garrafales cometidos. No, eso no es necesario, lo importante es acabar de una vez, por los medios que sean, con la oponente generadora de la enorme paranoia secundaria a la frustración de un narcisista que bajo el camuflaje de progresista disimula un machismo irredento.
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