Caleidoscopio
Vicente Quiroga
Patada
Hoy que tanto se usa y se abusa del término surrealista, que a muchos, sin conocer exactamente su significado, les suena muy bien y lo aplican a cualquier situación, venga o no venga a cuento, más allá de otras interpretaciones alegóricas o metafóricas, no siempre oportunas, habría que calificar así las disparatadas circunstancias que estamos viviendo por mor de un Gobierno, que debatiéndose en la más afligida desesperación, maquina, con la colaboración de sus más maquiavélicos asesores, bulos, insidias y fórmulas más llamativas que prácticas para distraer al personal, embaucar a los más ingenuos del lugar y fanatizar más y más a sus fieles seguidores con sus – las más de las veces – improvisadas y precipitadas invenciones. Uno piensa que Luis Buñuel, con su inimitable surrealismo, o Luis García Berlanga, con su mordaz ingenio, tendrían en nuestra desquiciada política actual, argumentos muy sabrosos para sus películas. Recordemos al presidente del Gobierno, con rostro entre compungido y suplicante impetrar perdón para su Fiscal General del Estado. Tan desconcertante y patético como su gestión gubernamental.
No menos llamativa ha resultado la irrupción, dicen que no deseada por su protagonista, de la Vicepresidenta del Gobierno y Ministra de Hacienda, María Jesús Montero, con su fogosa locuacidad y su peculiar talante, que, haciendo abstracción de su acento, ha recurrido a ese discurso fácil contra la derecha – de reiterada obsesión tópica en su partido y - a un extemporáneo tono revolucionario y a un irredento guerracivilismo trasnochado.
No le ha faltado tiempo a los palmeros mediáticos del anterior gobierno socialista de la Junta para agitar el botafumeiro de la lisonja y el ditirambo precipitados. Califican de revulsivo su candidatura, y sin duda lo es, pero se vienen arriba al designarle firme contrincante de Moreno Bonilla, para aprovechar la ocasión y avisar a los populares – críticas incluidas – del peligro que amenaza a su presidente. Pero lo que Montero no dice ni dirá – obsesionada con su paranoia de la ultraderecha - es que ante el desgaste de su partido en Andalucía y la pérdida de votos, la situación perjudica esencialmente a Sánchez y éste necesita recuperarlos y ella puede ser quien revierta esa atonía socialista. Difícil parece a estas alturas de la película. A ver cómo les explica lo del cupo catalán y el perjuicio que ocasiona a los andaluces.
Y mientras Sánchez apriétala tenaza impositiva se descuelga en aras de su impunidad con una nueva patada – un patadón, digamos en el argot futbolístico – a la Justicia con una ley para abolir la acusación particular y la acción popular, facultad reconocida por el artículo 125 de la Constitución y por el artículo 101 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal. Es como si un equipo intentara cambiar las reglas de juego cuando ya ha empezado el partido. Como la inadmisión de denuncias basadas en recortes de prensa, olvidando que muchas de ellas descubrieron grandes corrupciones.
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