El balcón
Ignacio Martínez
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Hoy celebramos la fiesta del Patrón de España, Santiago Apóstol. Y muchos nos preguntamos: ¿de qué España?, porque desgraciadamente la de ahora, está perdiendo todos los valores de la de nuestros antepasados.
Antes, el Día del Patrón nos mostraba una solemnidad única, en nuestro auténtico sentido patriótico. Hoy, en los centros docentes casi ni les enseñaron a las nuevas generaciones la significación patronal, que tan bella fue para todos. En los tiempos que corren, estas tradiciones hondas en el espíritu han sido cegadas de forma vergonzosa. Sólo la Iglesia católica hace referencia en el santoral y en sus cultos a la grandeza de un Apóstol al que señalamos como el primer evangelizador del suelo ibérico.
La política, que nos dirige, ha creado nuevos patrones de las ideologías que mandan, desterrando la única y sentida tradición de todo un pueblo.
Pero la devoción al Santo Apóstol continúa escondida, para salir en esta fecha veraniega a recordarnos su existencia. Huelva tiene una larga tradición santiaguista, miren como prueba de ello a ese templo que lleva su nombre: Santiago de la espada, y que enclavado en uno de los lugares más antiguos de la ciudad nos muestra en su restaurada construcción toda una historia que se pierde en más de medio milenio. Hoy, en su templo se alberga la Hermandad del Santo Entierro y que gracias a ella podemos conservar su antigua estructura y mantenimiento. Fueron muchos los años en que el abandono intentaba hacer morir la presencia urbana de aquel templo. De niño le llamábamos al lugar “El Avellano”, cuyo local se utilizaba para mil cosas. Afortunadamente llegó la hora de su resurrección y hoy luce con esplendor, para ser cada año punto de visita de la procesión de San Sebastián y cita, en la Semana Santa, de su principal Hermandad de penitencia y Cofradía oficial de la Semana Mayor.
La plaza de la Soledad ya no está sola. La presencia de Santiago de la Espada, Patrón de esa España eterna y grandiosa, que algunos pretenden derribar, la hace más onubense en sus ansias de transformación moderna.
Hoy, en la bella y gallega capital de Santiago, el Botafumeiro inundará de esencias la catedral. De un lado a otro como un gigantesco incensario, esparcirá el aroma sagrado de un culto lleno de solemnidad que allí representa a esa España que, en la libertad de sus creencias, mantiene con orgullo el homenaje a su Santo Patrón, que un día llegara hasta estas tierras para dejarnos la luz del Evangelio. Nuestra felicitación a todos los que celebran su onomástica en Día del Apóstol y permitidme que, de forma particular, pero en nombre de todos los diocesanos, lo haga especialmente a nuestro Obispo, Santiago Gómez Sierra, apóstol también de la verdad, de la amistad y de esa cercanía que le une a su diócesis onubense. Santiago Apóstol, protege y ayuda a esta España, que no quiere olvidarte en los procelosos y difíciles caminos por los que andamos.
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