Envío
Rafael Sánchez Saus
Luz sobre la pandemia
En tiempos como estos es una osadía, es imposible hablar de una salida no violenta en Palestina. Ya lo era antes, sufriendo a diario ataques respaldados por el gobierno de Netanyahu que siembran el terror y el caos entre la población; y lo será después de esta masacre, cuando sean enterrados los diez mil muertos, 4000 de ellos niños, desde el inicio de los bombardeos. Toda una generación de jóvenes palestinos ha perdido la fe en la resistencia no violenta. Tras décadas de barbarie, el mensaje inequívoco por parte de Israel es que las tácticas democráticas no sirven. La espiral de crueldad que hoy espanta al mundo solo viene a aumentar el número de víctimas, pero la estrategia genocida es la misma.
Y sin embargo, hay quien no se resigna. No lo hacen las casi 700 familias palestinas e israelíes que han perdido a sus hijos y apelan a la reconciliación como puerta para la justicia. Agrupados en el Foro Círculo de Padres y Familas, desde hace años sus portavoces, madres en su mayoría, recorren el mundo apoyando en su duelo familiar un proceso de paz, tolerancia y convivencia.
No es el único signo en una dirección diferente. Entre noticias de horror y muerte se cuelan otros indicios. Por ejemplo, que el movimiento Judíos por la Paz se moviliza en EEUU reclamando que el gobierno de Biden retire su apoyo a Israel y que cese la violencia. O que la hinchada del Celtic de Glasgow, enfrentándose a las sanciones de la UEFA, llena las gradas de banderas palestinas mientras corea el “Nunca caminarás solo”. O que los estibadores del puerto de Barcelona han decidido no permitir la actividad de barcos que envíen armas a Palestina e Israel, aclarando que no pretenden posicionarse, sino reclamar el alto el fuego y el respeto por los derechos humanos.
Cualquier solución al largo conflicto que asola el territorio donde hoy se asientan palestinos e israelíes reside en sus propios habitantes. Pero es también la comunidad internacional, no ya con sus dirigentes sino con las iniciativas que surgen en la sociedad civil, la que tiene que acompañar una estrategia democrática y no violenta contra el apartheid que oprime al pueblo palestino. El proceso será largo y no se puede ni de lejos atisbar el final. Pero no hay otro recorrido posible. Las convocatorias de hoy para que los andaluces salgan a la calle a pedir el fin de la complicidad y la impunidad de Israel son pasos en ese camino. Aunque sea una osadía, hay que seguir hablando de una paz posible.
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