¿Pérdida de tiempo?

29 de marzo 2025 - 03:06

Entre la “pérdida de tiempo” con la que se justifica, nada menos que por el Ministro de Justicia, el incumplimiento de una obligación constitucional (ART.-134), tal cual es la presentación de los PGE -y aprobación o rechazo de los mismos- en sede parlamentaria y, por otra parte, la palpable incompetencia de los dirigentes de la UE, ¿de qué va doña Úrsula? planteando un kit de supervivencia de tres días, a imagen y semejanza de los países nórdicos que, por cierto, hasta hace bien poco no estaban en la OTAN. ¿Qué pasa “ursulita”, que antes los kits también nos los darían los americanos?.

Pues bien entre un Presidente con discurso vacuo de fondo y una señora impuesta por los intereses de partidos, nos pretenden tomar por “estúpidos” a los ciudadanos, cuando no hay mayor estupidez que la incapacidad de gestión en tiempos de crisis, por parte de políticos hijos de la coyunturalidad y alejados de los valores éticos y morales necesarios para una verdadera sociedad democrática, solidaria, responsable y no acomodada por la expectativa de que habrá un tercero que nos salvará de los peligros generados por su propia indolencia y fomentada por la incompetencia de sus dirigentes.

En esas estamos cuando aparece quien no quiere perder el tiempo, cuando no hay mayor pérdida que su propio discurso sin proyecto, ni plan, ni propuestas financieras, ni fórmulas o medios de ejecución… para resolver las cuestiones planteadas, con unas contradicciones insostenibles, buscado atajos interpretativos de antaño que le permitan interpretaciones, cuando menos, alegales para afrontar y justificar su propia posición. Eso sí, no faltan en su discurso y estilo dialéctico, la suficiencia impostada, las actitudes y el lenguaje no verbal más cercano a la chulería que a la debida opción de respeto al adversario, al que pretende humillar aún a sabiendas que cuantitativamente depende de él para salir del atolladero autocrático que él solo ha generado, con su ausencia de rendición de cuentas ante el Poder Legislativo y un entreguismo ante unos socios antisistema instalados todavía en el “OTAN, no; bases fuera” pero que le siguen el juego de la ausencia reglamentaria de unos presupuestos que se verían abocados a aceptar o rechazarlos y entrar en el juego de una posible contienda electoral, tras la que podrían perder su capacidad de chantajear a quien tras esa actitud prepotente que demuestra, a veces histriónicamente, en la tribuna del Congreso, esconde un auténtico miedo a tener que afrontar en el corto plazo una votación popular.

En definitiva, desde recurrir a la hemeroteca, revisar los principios de legalidad constitucional, que tanto echa en cara a sus oponentes, molestarse un poco en valorar la escasa calidad de las técnicas presupuestarias de sus Gobiernos -cuando los han elaborado y no prorrogada: 50% gastos improductivos, no de inversiones- incluir sin explicación alguna argumentos cercanos a la “cuadratura del círculo”, utilizando eufemismos manidos: seguridad, salto tecnológico, … para acabar con una conclusión de impacto popular: “... no habrá impacto en el gasto social…” solo falta anunciar los controles previstos frente a los posibles “mercaderes de kits”, vista la experiencia de las mascarillas.

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