La misma piedra

Su propio afán

18 de febrero 2025 - 03:06

Lo vi con estos ojos que se ha de comer la pantalla del ordenador y, de postre, la tierra. El fracaso de la derecha en las elecciones generales del 23 de julio de 2023 se gestó en la recta final, con todas las encuestas a favor, cuando Feijóo dio en renegar de Vox a todas horas y en decir que preferiría pactar con un mítico PSOE güeno. Como los altavoces mediáticos del PP son poderosos, consiguieron demonizar a Vox, unidos a los del PSOE, que estaban –ellos lógicamente– en lo mismo. Pero como las matemáticas son más poderosas aún, y había que pactar con Vox en Extremadura, aquella contradicción de un PP que pactaba con el mismo partido del que abominaba alejó a muchísimos votantes moderados.

¿Qué tendría que haber hecho el PP? Pues decir que ellos eran los mejores, que es esa cosa tan impúdica que la democracia exige proclamar de uno mismo en los mítines, pero que, si no llegaban a la mayoría absoluta, pactarían con Vox, que al menos era mejor que Bildu, que Podemos, que Sánchez. De haber naturalizado un acuerdo con Vox, no habrían espantado a nadie.

Y esto, ¿no es historia consabida? No, porque vamos directos contra la misma piedra. Para regocijo de Sánchez, que no tiene otro burladero. El PP vuelve a apuntar sus cañones a Vox.

¿Y Vox es inocente de la pedrada? Entre muchos de sus votantes, cunde la reacción del rechazo a un pacto con un PP que les desprecia. Y desde la derecha de Vox, que la hay y muy activa, se lanza la denuncia purista de que si Vox, al final, pactase algo, sería entreguismo. Súmenlo todo y observen cómo se monta una tormenta perfecta que nos dirige hacia el mismo pedrusco de 2023.

Mientras tanto, Abascal está haciendo un interesante equilibrio contra viento y marea, que quizá nos pase desapercibido. Tiende la mano al PP, a pesar del cansancio de tanto fuego semi-amigo, cada vez más personalizado, y a pesar de que ésa ya no es la ilusión de sus votantes, pero, a la vez, avisa de que no será un pacto sin condiciones expresas de un cambio político profundo, con lo que bloquea las denuncias de entreguismo. Por supuesto, eso es lo que conviene a España, y, sobre todo, es para lo que dan los números; pero también es importante desde una óptica maquiavélica. Si ese pacto no se alcanzase o el PP pudiera y prefiriese pactar con Junts o con el PSOE güeno, debe quedar muy claro para el futuro quién y por qué rechazó la construcción de un bloque de derechas.

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