Política cateta, miope, alicorta

La esquina

23 de febrero 2025 - 03:09

Mientras nuestro mundo se deshace, Trump supera con mucho las sombrías expectativas que había sembrado, se instala triunfante la mentira en la vida pública, Estados Unidos y Rusia se reparten las áreas de influencia en el escenario internacional (ya se entenderán con China como tercera gran potencia) y Europa se ve ninguneada y casi impotente, la política española se entretiene en menudencias domésticas y chucherías partidistas.

El pasado miércoles, el mismo día que Donald Trump justificaba la liquidación de Ucrania con un alud de mentiras monstruosas (Ucrania inició la guerra, Zelenski es un dictador que no convoca elecciones, la mayoría de ucranianos no lo apoya, Moscú quiere la paz), ocho grupos parlamentarios plantearon veintiuna preguntas al presidente del Gobierno y a ocho de sus ministros en la habitual sesión de control del Congreso de los Diputados.

De esa veintena de preguntas ni la mitad ni la cuarta parte estuvieron relacionadas con la grave y apremiante situación internacional. ¡Qué digo la cuarta parte! ¡Ni una! Ningún diputado de ningún partido se interesó por los conflictos del mundo, por la pacificación de Ucrania que están pactando Trump y Putin condenando a los invadidos y premiando a los agresores, por la “solución” que se prepara al conflicto de Gaza, a medias entre la barbarie y el negocio, por la ruptura práctica de la alianza entre la gran democracia americana y las democracias europeas, por la guerra arancelaria unilateralmente decretada... Deben creer sus señorías que estos asuntos no son de su incumbencia o que están demasiado lejos, en una reedición suicida del tópico aislacionismo de la España rancia y narcisista. Como preguntándose en voz alta aquel viejuno qué se nos ha perdido a nosotros en Ucrania.

Altos portavoces del PSOE confesaron a su periódico favorito que “ahora no toca” ningún debate sobre estos temas. ¿Los van a dejar para cuando todo lo malo ya no tenga remedio? Quizás no toque ahora por la incomodidad de hablar contra Putin y promover más gastos en Defensa mientras varios ministros defienden lo contrario porque no son “belicistas”. La incomodidad, también, de que haya de ser el PP el que salve la política de paz de Pedro Sánchez. Tampoco el PP es inocente. ¿Por qué tarda tanto en abrazar la única postura posible: respaldar pública y rotundamente la posición de Sánchez. Sin nada a cambio. Por principios.

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