
Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Turrones
Su propio afán
No es que el prestigio del tren descarrille, es que cae en barrena, como si fuese un avión, dicen los últimos informes, y lo padecíamos desde hace tiempo, y lo acaba de analizar Pedro Ingelmo con el escalpelo con el que escribe sus reportajes. Retrasos, baños cerrados, escaleras mecánicas tétricamente paradas, suciedad, sillones viejos y mal anclados, etc. Es un tema al que le había dedicado varios artículos fiándome de estos ojos, que se ha de tragar la tierra, espero que esta vez sí con un retraso propio del Alvia.
Y no hay donde poner los ojos que no se vean los servicios de esta patria nuestra hundiéndose a velocidades parecidas. Lo de Correos es tremebundo. Fue excelente. Yo recuerdo que las cartas llegaban incluso con direcciones aproximativas. Ahora, de mi último libro, han perdido cuatro o cinco ejemplares que mandé a amigos o a críticos, con lo que yo me jugaba en eso. Todavía no sé si mis tarjetones de Navidad llegarán para Semana Santa porque para Nochebuena muchos no llegaron.
Soy muy partidario, como saben ustedes, de que cada cual defienda sus opciones políticas con fervor y que discutamos nuestras diferencias sin complejos ni censuras, pero a veces me pregunto si no se nos irá toda la fuerza en discutir las diferencias entre nosotros cuando todos estaríamos de acuerdo en el noventa por ciento de las materias públicas. ¿Exigimos seriamente a nuestros políticos que los servicios públicos cumplan unos estándares básicos de eficacia?
Tengo comprobado que los trabajadores hacen lo que pueden. El cartero de Correos que viene a casa es encantador y diligente a más no poder; y cuando he padecido un retraso en el tren, los revisores han hecho todo lo posible para suavizarnos el trago. El problema son inversiones que se tendrían que hacer pero cuyos gastos se van o en cositas extrañas, tipo Ábalos, o en comprar voluntades políticas para las sumas parlamentarias. Faltan rigor y altura de miras en las inversiones y en la dirección de la gestión pública.
Sería necesario un consenso social de gentes de todas las sensibilidades políticas para exigir a la administración del color que sea que sus funciones más básicas (sanidad, educación, transportes, defensa, seguridad, correos) estén a punto. Tenemos muchas cosas que discutir con detenimiento, como es lógico en un estado democrático; y necesitamos que muchas marchen, como es imprescindible en un estado moderno y eficaz.
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