La firma
Antonio Fernández Jurado
¿Derribando su muro?
Los afanes
SUELE aparecer ese punto de ingenuidad la primera vez. Una mezcla de inocencia y ternura. Miedo también, hay que decirlo. Pero que la democracia española es muy joven es una afirmación innegable. Que su solidez se tambalea como listones mal asentados, también. La primera vez, en la historia de nuestra democracia, que dejamos en manos de nuestros políticos evitar unas nuevas elecciones. Y nos han fallado.
Han pasado más de cuatro meses de aquel día del trágico diciembre. Ponemos en sus manos nuestro futuro a medio y largo plazo. Y hoy sin ti y mañana también, y la casa sin barrer. Sí, nos han fallado. La primera vez, en la historia de la democracia de España -repito- que necesitamos unidad, consenso, equilibrio, armonía, y nada. ¿Es tan complicado acercar posturas? ¿Es tan difícil cerrar pactos habiendo pactado ya lo humano y lo divino?
No sé qué pensarán ustedes, creo que las reuniones a puerta cerrada de nuestros líderes políticos deberían ser públicas. Aquí han jugado hasta con los ciudadanos. Y ¿para qué? Para nada. Nos han vendido humo, humo negro. Han desatado la soberbia, la avaricia, el egoísmo… Pecados no capitales, sino políticos, de nuestros dirigentes.
Este fiasco me recordaba la estatua de Machado a las puertas de la Casa de las Dueñas en Sevilla. Puede ser una premonición. Cuatro meses ha durado sobre la peana, hace un par de días aparecía en el suelo el homenaje al poeta de Campos de Castilla. Unos desalmados han cometido un delito literario, contra el mobiliario o arte urbano. Y otros desalmados han cometido un delito de estado.
¡Ah! esos versos de Antonio Machado en su poema El mañana efímero: "La España de charanga y pandereta, / cerrado y sacristía, / devota de Frascuelo y de María, / de espíritu burlón y alma inquieta, / ha de tener su mármol y su día, / su infalible mañana y su poeta. / En vano ayer engendrará un mañana / vacío y por ventura pasajero. / Será un joven lechuzo y tarambana, / un sayón con hechuras de bolero, / a la moda de Francia realista / un poco al uso de París pagano / y al estilo de España especialista / en el vicio al alcance de la mano".
Y no se equivocó el poeta. El mismo que hoy ve su estatua en el suelo a las puertas de esa noble Casa de las Dueñas. El mismo que ve a los políticos de España de charanga y pandereta, de insultos, de mentiras. Para burlones nosotros, que el pueblo nunca se equivoca. Vivimos en el mañana efímero.
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