
Postrimerías
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Yo te digo mi verdad
Yo no sabía que las princesas tuvieran vida privada más allá de lo que suceda en sus habitaciones, ellas que todo se lo deben a su público. Pero resulta que sí, y después de la inmensa e intensa campaña oficial publicitando el crucero de instrucción de Leonor a bordo del buque escuela de la Armada, hay cositas que pueden ser delito, como enseñar al país, o al mundo, que la futura Reina de España dedica el tiempo libre que le dejan sus subidas y bajadas a los palos, las maniobras marineras y sus naturales mareos, a ir de tiendas cuando una escala en puerto es lo suficientemente larga para permitir esa actividad.
La Casa Real ha considerado, pues, que la filtración de esas imágenes atenta contra la privacidad de la Princesa de Asturias, y no se ha limitado a protestar por ello sino que ha presentado una denuncia contra el centro comercial por filtrar el vídeo de ese paseo vestida de calle. Modestamente, y desde mi punto de vista, no alcanzo a ver lo escandaloso de la escena, sin entrar a juzgar la posible infracción del responsable de su difusión, al que probablemente pudo el afán de ganar dinero con eso.
De la familia real, a la que se le supone el afán de servicio a España, sólo conocemos lo que ellos mismo quieren que se conozca y, la verdad, no me parece recíproco. Podemos contemplar los premios que preside pero no las fiestas a las que va, los actos oficiales en los que participa pero no lo que hace antes, la salida del crucero de instrucción, pero no sus escalas. Creo que en algún lado no tienen claro lo que es una figura pública, y desde luego en este país no hay institución más pública que la Monarquía, dependiente de los Presupuestos Generales del Estado.
Por otro lado, es innegable que el interés mediático que provoca la Princesa mirando escaparates no es comparable al que causa cualquier guardiamarina normal haciendo el pino. Se trata de eso. Aún recuerdo la primera bronca que me cayó en mi carrera periodística, supongo que merecida aunque a mí me pareció excesiva, porque no había considerado relevante que la hija de Franco, ya muerto el dictador, hubiera estado de visita fugaz privada en El Puerto. “Muchacho, tú servirás para muchas cosas pero para periodista lo dudo”, me dijo el editor, que obviamente no sabía que me estaba induciendo a un delito.
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