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Rafael Sánchez Saus
Luz sobre la pandemia
EL tiempo será siempre un tema de conversación recurrente muy usado en ascensores, en las colas del súper y cuando te encuentras con esa persona con la que no tienes tanta confianza. A mi madre no la llames cuando estén dando el parte del tiempo en la tele, no te cogerá el teléfono; lo ve cada día religiosamente, la versión larga de quince minutos que hace unos años no pasaba de los tres. No entiendo cómo se ha alargado tanto este espacio aumentando significativamente el interés por la meteorología: quizás sea porque entre las olas de calor, el granizo y las lluvias torrenciales que nos asolan últimamente no sabemos si coger o no la rebequita, no nos gustan las sorpresas.
Cuando hace mucho calor nos mostramos irritables, estresados y nuestro humor se ve afectado. El aumento de las temperaturas puede incidir en nuestra capacidad cognitiva y en la memoria; así que vamos a rezarle a Santa María, maestra de los educadores, para que vele por la salud de todos los docentes que se encuentran en la recta final del curso, en clases sin aire acondicionado y en muchos casos con más alumnos de la cuenta.
Lancemos también una plegaria por esos niños y niñas, esos mismos que ya se han pegado su primer chapuzón en la playa, que ya han hecho sus castillos en la arena y ven el verano a la vuelta de la esquina: sus cabezas ya no pueden aguantar más ecuaciones ni frases compuestas con 36º a la sombra.
Pues ahora imagínate a esa maestra intentando contener la apatía y el desgaste de treinta mochuelos mientras se le quedan pegadas las nalgas a la silla agitando frenéticamente el abanico y preguntándose por qué no estudió Biología.
No puedes dejar que la caló pueda contigo: querrá que te quedes en casa al lado del ventilador comiendo helado de tutti frutti y bebiendo granizado de limón. No caigas en esta trampa y deja el helado para ocasiones especiales: bebe mucha agua, haz ejercicio físico evitando las horas centrales del día y toma una dieta equilibrada. ¿Fácil, verdad? Ojalá tuviéramos la voluntad de un titán, la energía de una central eléctrica y un botoncito para bajar unos grados el termómetro, que cada año tenemos que hacer antes el cambio de armario.
Cuando empiezan las olas de calor siempre me acuerdo de aquellas personas que trabajan al aire libre en carreteras, en la construcción, en el campo y en el mar. Trabajos muy duros y la mayoría poco remunerados donde las condiciones meteorológicas condicionan sobremanera el día a día del trabajador.
Y para terminar con las oraciones pensemos en esos padres y madres que van a tener que hacer malabares para encajar a los hijos cuando se termine el cole: campamentos de verano para el que los pueda pagar y vacaciones en la playa los que tengan más suerte.
Acabo de ver a unos abuelos llorando en un banco de la plaza: estaban contando los días que quedan para que se acabe el colegio y tengan que cuidar de los nietos. Van a tener que dejar las clases de mantenimiento, el taller de memoria, el coro y los viajes del Imserso.
Les voy a invitar a un helado de tutti frutti, a ver si levantan cabeza. ¡Feliz jueves!
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