Puigdemont no es el camino

¡Oh, Fabio!

17 de enero 2025 - 03:05

Las relaciones entre la derecha catalanista y la españolista no han sido siempre malas. Ejemplos de cooperación tenemos muchos: Cambó y su participación en los gobiernos de Alfonso XIII; la sincera colaboración de la burguesía industrial con el franquismo (lean el libro de Esther Tusquets Habíamos ganado la guerra); las negociaciones entre Adolfo Suárez y Josep Tarradellas, que llevaron a rehabilitar a la Generalitat antes, incluso, de la aprobación de la Constitución de 1978; o los acuerdos de Aznar con Pujol, que dieron frutos importantes como la supresión de la mili. Incluso, hubo un momento en el que la derecha catalana, encabezada por Miquel Roca –con los Garrigues Walker como escuderos en Madrid–, aspiró a quedarse con el monopolio de la diestra hispánica mediante ese amago que fue el Partido Reformista, que se saldó con un estrepitoso fracaso.

Quiere decirse con todo esto que no hay nada de extraño en que el PP aspire a reconstruir algunos puentes con el catalanismo liberal conservador, más aún viendo que necesita de sus votos para recuperar el poder. Sin embargo, el camino no puede ser Puigdemont, por lo que cualquier acercamiento de Feijóo a este prófugo de la Justicia solo puede leerse como un oportunismo de corte sanchista, impropio de un líder que pretende presidir el gobierno de España. Simplemente, Feijóo no puede pactar con quien encabezó un intento de finiquitar la democracia española, no ha mostrado ningún tipo de arrepentimiento y, además, aprovecha cualquier foro y oportunidad para desprestigiar a las más altas instituciones, desde la jefatura del Estado hasta los tribunales de justicia.

Ahora bien, no se entienden los mohines de la izquierda y sus voceros mediáticos cuando critican a los populares por estos sibilinos acercamientos a Puigdemont. Son ellos los que han normalizado a este estrafalario personaje en la política nacional, los que hicieron una chapucera ley de amnistía cortada a su medida y los que van en romería a Waterloo para negociar lo que le correspondería al parlamento español.

El PP necesita apoyos para dar un golpe de timón cuando las elecciones se lo permitan (antes es muy difícil), pero hay otros caminos que no pasan por la indignidad. Fíjense en Sevilla, donde su alcalde ha sido capaz de pactar con Vox para sacar adelante los presupuestos con un programa conservador y absolutamente democrático que beneficiará a todos los ciudadanos, por mucho que digan algunos hiperventilados. Si hay que esperar, se espera. Pero nunca con un prófugo.

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