Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Los que manejan el mundo
Hay personas que se preguntan hasta cuándo va a durar la permanencia de Sánchez al frente del Gobierno, evidentemente porque no comparten su modelo de gestión ni la deriva decadente en la que está sumido el país y la tensión social a la que está llevándonos a todos como consecuencia de sus afanes radicalistas, sustentado en ideas autoritarias en lo general y egocéntricas en lo particular. Pues bien, la respuesta ha sido clara: ”... quedan mil días”; que viene a ser el plazo oficial para la finalización de esta Legislatura.
Dicho esto, podríamos concluir que quienes albergaban esperanzas de finalización antes tendrán que seguir aguantando para poder ejecutar su disconformidad en las urnas y, desde luego, desconfiar en el realismo de una ruptura teórica de su coalición, por dos razones: la primera, porque ninguno de sus socios va a renunciar al chanchullo que supone un Presidente arrodillado antes sus intereses -por cierto, su “euribor” particular no cesa de crecer- y en segundo lugar, porque si hay alguien que rompe, será él para presentarse como paladín de una resistencia que no está dispuesto a ceder ante unos ex socios, traidores a la Patria. Por eso hasta que él quiera.
Esto me lleva a no aceptar, aunque parezca lo contrario, que es un gran estratega sino una persona atada al mero tacticismo que le plantean los distintos avatares y coyunturas que se le van planteando en el día a día.
Para ello, su principal arma es la mentira, con la que fabrica su relato y manipula la realidad, así como comprobamos su reiterada apariencia de lucha contra los “bulos”, su falta de respuesta a preguntas concretas y directas, el uso de sus portavocías para inundar la opinión pública de mensajes manipulados al tiempo que se presenta con aire victimista y en los muy actuales conflictos de corrupción, afirmar su ¿disposición colaboradora? con la Justicia: querellas contra jueces, uso de la Fiscalía o la Abogacía del Estado y no con sus recursos propios, en el caso de investigaciones personalizadas en familiares, sin entrar a discutir su peculiar concepto de defensa de la verdad, como en el caso de la investigación sobre el Fiscal General del Estado, porque la verdad no se defiende saltándose principios legales inherentes al cargo de Fiscal.
Lo cierto es, que nunca responde a los que se le demanda y prefiere utilizar el irresponsable “y tú más”, bulos, fango, … con cero explicaciones. Que sus aplaudidores están silenciosos y preocupados, con dudas de haber minusvalorado la causa de la mujer del Presidente.
También, posiblemente, exista una duda sobre si el Fiscal General quiere pero no lo dejan dimitir, por las consecuencias que pudiera acarrear.
En definitiva, me queda claro que hay quienes prefieren un autoritarismo impune antes que una alternancia democrática. Y él lo sabe.
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